martes, 21 de agosto de 2012

XVI


Una hoguera turbulenta
de roja y pujante llama
consumiéndome violenta
me rechaza y me reclama.

Por un costado me rige
con chispas abanicadas,
por otro costado elige
lamerme con bocanadas.

Resisto de encandilarme,
de enceguecerme resisto,
y al mismo tiempo, anhelante,
contra las llamas embisto.

Recojo una brasa ardiente
que es un hechizo seguro:
muestra mi brillo presente,
guarda mi negro futuro.

Entre sus lenguas de fuego
suelto y recojo la risa
y, en un ademán de ciego,
del fuego esparzo ceniza.

Esta llama violenta me condena,
lengua que ni me suelta ni me envuelve,
crujiendo dentro y fuera de mis venas,
premonición mortuoria que me envuelve.

Quémase hoguera voraz,
soberbia y arrebatada.
¡Quema! ¡no me des sosiego!
¡Quémame mientras resisto!
¡En tanto que en ti me quemo
dice el corazón que existo!

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