viernes, 13 de diciembre de 2013

16 meses


"El tiempo todo lo cura", dicen.
El tiempo... todo locura.
 El tiempo todo...: locura.
 Digo yo.

16 meses de desconcierto. De absoluto desconcierto.
En este diciembre de fuego, que achicharra el alma...

miércoles, 13 de noviembre de 2013

15 meses sin Delia.

Por ahora el tiempo es sólo esta distancia que separa mis recuerdos de este presente tan absurdo.
El tiempo.
Cuánto es el tiempo.
Todo parece.
Parece acomodarse pero no.
Proyecto pero no.
Hago pero no.
Río pero no.
15 meses.

viernes, 18 de octubre de 2013

Una dedicatoria


Luciana querida:
En agradecimiento a una buena noticia, al logro de tu objetivo que revela tu voluntad de vivir solidariamente, ayudando a los que llevan el alma un poco chueca.
Te quiero mucho,
Tía  Delia
2009 
(Año en que la Luli fue ¡Psicóloga!)

(Gracias Luciana Bragán)

martes, 15 de octubre de 2013

14 meses



13 de octubre. 2013.
14 meses.
Voy aprendiendo a callar, a no decir, a fundirme con el silencio de la noche más oscura.
Voy aprendiendo. A morder los labios. A ajustar el alma desbocada. 
Pero no crean que algo ha cambiado.
 Todo está igual.
Sólo que callo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Una nota para Voz de Vos II

COMPROMISO: ¿real o imaginario?
Apuntes para una reflexión

Para tratar de comprendernos, partamos desde alguna base conceptual.
Compromiso: obligación contraída ante uno mismo o frente a otro u otros.
No intento dar una definición profunda, sino suficientemente esquemática, con lógica y rigor comprensible, porque la función práctica del compromiso es más importante que la teórica.
Desde mi punto de vista, todo núcleo social tiene compromiso; todo individuo, también.
Por muy "secreto" que intente llevarlo, cada quien está comprometido.
En cada adulto hay una estructura comprometida que le sirve de estímulo en las realizaciones.
Básicamente nuestros más profundos compromisos son inconscientes. El reconocer que es así y reflexionar sobre ellos, los vuelve conscientes y ¡ahí sí, hay que vernos! Porque comienzan a condicionar nuestra actividad.
Cuando la conciencia queda comprometida surge la crítica sobre nuestro accionar en relación con el mundo. Corremos el riesgo de ver la diferencia entre la relación real con lo que nos rodea y la relación imaginaria con ello.
Personalmente, apoyo la desmitificación de "compromiso" como patrimonio de algunos. Todos estamos comprometidos y el resultado global de la realidad que tenemos es el fruto de una mayoría comprometida con lo que da ese resultado.
¿Suena como un juego de palabras? Bajémoslo a la realidad, entonces.
Supongamos que la mayoría absoluta tiene un compromiso consciente contra la coima. Si saliéramos a preguntar por la calle, lógicamente acumularíamos respuestas efectivamente de rechazo al soborno. Pero es un rechazo imaginario, porque para que socialmente triunfe, y de forma tan estruendosa, la coima, se necesita quien coimee y quien se deje coimear. ¿O no?
Alguien ha asegurado que una cadena vale lo que vale su eslabón más débil. Así, todo nuestro accionar comprometido vale lo que vale la más débil de nuestras actitudes. Las razones de esas actitudes, los porqués, las justificaciones, ya son otro tema.
No creo que esta consigna planteada, de teorizar sobre el comprometerse, se un requerimiento fortuito. No es casualidad sino causalidad. Creo que estamos cansados de esta realidad (tal cual ella es en estos precisos momentos) con la que estamos comprometidos.
He aquí la razón profunda del tema que nos ha tentado: ¿qué compromiso entablar con nostros mismos y con los demás para transformarnos y transformar?
Bien, hasta aquí he llegado. Esta pregunta es una frontera.
Sería magnífico que quienes avancen y tengan alguna que otra respuesta, la compartan (y practiquen el contenido al mismo tempo, como para ir despuntando lo de "compromiso").
...Ahora bien. ¿Ustedes creen que esta nota es muy comprometida? ¿O que me puede comprometer? Lo que pasa es que me comprometí a decir algo y quedé pegada... ¡Hay gente que lo compromete a uno con cada cosa!... Hubiera sido más sencillo algo como:
"yo COMPRO, usted METE
¡y nos repartimos la ganancia! 
¿Y si aprece la DGI? ¡Vamos, che!... 
Acá siempre hay cómo arreglar..."

¿No es cierto?
María Delia Matute
Mayo, 1996
(para la Revista Barrial Voz de Vos)


viernes, 13 de septiembre de 2013

...



Allí van.
Se me han adelantado
orgullosos, al fin, 
de verse liberados
del doloroso encierro
en que los estrujó mi corazón. 

Allí van…
vacilando seguros.
Envueltos en ropaje de palabras
van llevando mi sangre.

Ya no me pertenecen
y no hay en ellos nada 
que no me pertenezca.

Allí van
alardeando de amores
que en mi costado son 
constantemente.
Y aún más:
van alardeando desamores, 
desesperanzas, duelos y agonías.

Allí van…
Algunos van de pie,
y otros gateando,
o rengueando,
o de rodillas…
Pero van…
Van hechos
o contrahechos,
pero, al fin! cara al aire.

La vida los asista!
Poemas frente al mundo!
mis
POEMAS A LA VISTA

Maria Delia Matute (MDM)

(Aporte de Meli)

Una nota para Voz de Vos...

I CHING – El Libro de las Mutaciones
Apuntes para una reflexión

MARÍA DELIA MATUTE
Setiembre, 1996.

Desde hace unos años –ya son unos cuantos- vengo yo aliviando lo cotidiano con la lectura, el estudio, el intento de comprensión o interpretación del I Ching. El I Ching, indudablemente, es una herencia preciosa de esa cultura milenaria que elaboró el alma china.
En ese horizonte estrecho, aunque necesario y valioso, de lo cotidiano, la lectura, las especulaciones que genera el I Ching giran alrededor de un sentimiento humanitario capaz de abarcar la totalidad de la vida.
Un libro que se presume – al menos yo presumo, por lo que he leído- escrito alrededor del año 1000 a.C. no puede ser “publicitado” con frases modernas como “lectura amena”, “lenguaje claro y sencillo”, “divertidas aventuras”... Pero, sin embargo, como escuché decir alguna vez, se puede afirmar que no ha envejecido, que está vivo y ayuda, cuanto menos, a reflexionar con serenidad sobre cualquier tema. Ciertamente no es un libro que se domina en una ojeada. Es, más bien, un amigo silencioso que sabe poner la mano en el hombro, haciéndonos sentirla mientras uno soporta la vida tal cual es: a veces pesada y a veces liviana. Ocurre –y el cómo ya es otra cosa- un intercambio espiritual que decanta en fuerza vivificante.
Digo que se vivifica nuestro espíritu, no que se cambia, no que se transforma en espíritu chino químicamente puro. Mientras lo leemos y releemos, nuestro espíritu seguirá, nos pese o no, siendo occidental; seguiremos viviendo en esta sociedad e inmersos en los problemas que tenemos, tanto los sociales como los personales.
Sobre esto quiero insistir, porque deseo –ojalá lo lograra- explicarme, sin dejar de brindar mi ternura y alabanzas al I Ching. Si el libro ya casi cumple 3.000 años, pertenece lógicamente a un periodo alejado en extremo del desarrollo científico de este tiempo; de este HOY en que nos tomamos de su mano y nos dejamos conmover y conducir. Entonces, creo yo, tenemos que ser claros y los más consecuentes posible; no actuar como si importáramos supersticiones exóticas con la esperanza de obtener de ellas el remedio para nuestras enfermedades occidentales contemporáneas.
Para evitarlo, posiblemente sea imprescindible reconocernos profundamente como occidentales, sentir que formamos parte de esta construcción –con sus males y sus bondades-, como el granito de arena forma parte de la playa, y que al mismo tiempo somos constructores de este modo o sistema occidental. Y aquí sostengo que, al construir, uno aporta o a lo malo o a lo bueno. Cada hombre es su conciencia y sus actos. Y, lógicamente, es desde esa conciencia, desde ese espíritu, que especulará al indagar el I Ching.
No se me escapa que cuanto expreso resulte, al cabo, sólo un montón de vaguedades, inquietudes sin otra importancia –si es que la tienen- que la de transmitirlas e intercambiar opiniones, si alguien se interesara en ello.
Nadie debe, o debiera, abandonar el espíritu de su tiempo, de su cultura, de las concepciones vitales de las que participa y en las que se desarrolla. Acercarse a cualquier concepción humana, ya sea religiosa, artística, social, de cualquier época y/o civilización, no debiera ser, por respeto, un mero y vacío intento de imitación.
Debe haber una forma de considerar y entender y aprovechar ese saber, generosamente legado y resguardado hasta nuestros tempos, sin caer –y he aquí lo que impulsa e interesa- en el estadio del mono, que imita casi al pie de la letra, pero no deja de vivir comomono en cuanto termina la imitación.
Para los eruditos sinólogos (sinólogo: estudioso de la lengua, la cultura y la literatura de China) de Occidente, el I Ching es nada más que “una colección de absurdos ensalmos mágicos”. Eso es, por lo tanto, para todo Occidente y yo caigo en las generales de la ley. Debo aceptar que participo de esa definición dada por la flor de la intelectualidad de la civilización a la que pertenezco. Pero no por eso se me obligará a renunciar al placer de admirar y amar esta obra basada, no en los principios de la ciencia que conocemos y que entonces no existía, sino en otros principios, de otro tiempo y otra civilización.
Para nosotros, la ciencia es una necesidad y, por supuesto, un gran logro. Por razones que yo desconozco y que seguramente otros expliquen, hemos preferido la ciencia a la sabiduría, la utilidad a la belleza (la habilidad de obtener está mejor vista que el arte de ofrecer). No supimos crear un sistema de valor paralelo entre ambas. Anhelamos crear ese sistema en el que podamos, sin renunciar a la ciencia, rescatar la sabiduría, desarrollar a nuestro alrededor el gusto por la belleza (no de objetos, sino de acciones), reducir las necesidades.
El I Ching es sabiduría humana desarrollada en otras condiciones, pero ¡humana al fin! no es casual que nos influya, sino que lo hace justamente por esa causa. Ese conocimiento milenario tal vez nos ayude a lograr cierta equivalencia entre ciencia y sabiduría al servicio de lo humano. Esa sabiduría que alguna vez sacrificamos.
Los años de vida me hacen creer que –el psicólogo suizo, Carl Jung, lo explica muy bien- nada puede ser sacrificado siempre. Todo vuelve bajo una forma cambiada. Cuando lo sacrificado retorna, vuelve con un cuerpo más sano y resistente para soportar una gran transformación.
Deberá ocurrir lo mismo con la sacrificada sabiduría humana.
Que así sea. 

13 meses

Hoy es 13 y ya van 13 meses.
Por ahora "el tiempo" no es ese aliado del que tanto me han hablado y me hablan. Ese "tiempo" que se supone me ayudará y me aliviará.
 Por ahora "el tiempo" es un enemigo, que acecha como aliado de un silencio que me exigen y me daña... 
Hoy es 13 y ya van 13 meses...


domingo, 1 de septiembre de 2013

NEUROSIS


NEUROSIS
(no lo había titulado al escribirlo 
y al leerlo ahora pensé ¿qué otro título?)

Tensa sus hilos 
la trampa de la pena
delgados y brillantes
aprietan en mis sienes.

Hoy todo lo marchito
nomás con la mirada.

A sus anchas 
pastorea el pesar 
en mi conciencia. 

Hoy, toque lo que toque,
dejo una huella
de abeja lastimada.

La Esperanza,
agobiada de intentos,
se apoya peligrosamente
en la baranda de mi alma.

Hay palabras que no precisas labios.
Hay respuestas que no quieren preguntas.
Y hay evidencias que ni siquiera 
resisten la mirada.

MDM -1996

Gentileza de Nahuel. 

martes, 13 de agosto de 2013

Un año sin Delia.

“Mi vida se hace al contarla
y mi memoria se fija con la escritura;
lo que no pongo en palabras sobre papel,
lo borra el tiempo”.
Isabel Allende


Delia fue, esencialmente, una mujer buena. Buena hija, buena hermana, buena compañera, buena vecina, buena madre, buena amiga, buena tía, buena nuera, buena cuñada, buena suegra, buena abuela... Buena y mucho, ya lo dije antes... Todo mucho. Un ejemplo para mí, en este mundo huérfano de valores.

Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.

Ejemplo de hermana, ejemplo de madre, ejemplo de luchadora. Soy lo que soy, sobre todo en las virtudes, porque Delia me acompañó durante más de medio siglo... Sin dudas el amor más extenso de toda mi vida... Delia tenía una gran capacidad para transformar mis miedos en esperanzas, mis demonios en amigos, mis defectos en virtudes. Ella a todo le encontraba ideología y la aplicaba a mis venenos y me los devolvía en remedios. Nadie más ha tenido esa hercúlea particularidad en mi vida... Dadivosa, derrochadora de amores y de gestos amorosos, siempre encontraba la palabra exacta que se convertía en mi voz.

Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.

Me aterra haber perdido el último eslabón que me unía con mi infancia. La constructora, y portavoz, del relato más objetivo y más subjetivo, al mismo tiempo, de mi historia. Me aterra esa soledad “de antes” en la que me ha dejado...

Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.

¿Alguien sentirá por mí cuando yo muera esta inacabable sensación de andar a la deriva, esta tristeza que no cesa? ¿Quién sino ella podría entender esta aflicción? ... Este vivir con media alma... A la vez me consuela saber que no padecerá ella esta locura de lágrimas...

Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.

La calesita de la esquina de mi niñez, su sortija, mis zapatos guillermina tan difíciles de abotonar para mis torpes dedos, mis terrores nocturnos y su mano por debajo de la almohada, mi portafolio de primer grado, los cuadernos forrados de azul araña, la ancha escalera de la Normal Mixta, mi “hacerme señorita”, la estación de micros pueblerina, las llegadas a Retiro a visitarla, los primeros dolores amorosos, las más íntimas confidencias, las primeras pérdidas esenciales, mis primeros pasos militantes, mis primeros duelos, mi maternidad, mis miedos... Todo está atravesado por la presencia de Delia y hoy desamparado por su inexplicable ausencia.

Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.

Tengo la certeza de que el resto de mi existencia estará sostenida por esta pena infinita y por el temor a que se sumen otras penas y no tener a Delia para contenerme.

Editorial de Radionautas

Editorial que Delia escribió para el programa de Radio para chicos, Radionautas en el Aire, que hacía junto a Guadi y Marina...

Editorial
Hoy es sábado 7 de octubre de 2006 y estamos dándoles la bienvenida a los y las oyentes de Radionautas en el Aire. Bienvenida… bienvenida…
Che, ya que estamos con esto de la bienvenida ¿por qué no poner en claro que también tenemos para dar una que otra malvenida?, ¿qué les parece, chicos?
¡Hay tantas cosas que no sólo merecen que demos una fuerte malvenida sino que digamos: ¡¡basta!!, ¡¡fuera!!, ¡¡acábenla!!!
Hoy, por un momento, nos detenemos a decirle a los que tienen poder y hablan y hablan de arreglar las relaciones en el mundo que empiecen, calladitos, por hacer cumplir los derechos de niñas y niños para TODOS los chicos y chicas del mundo.
Ese sería un hecho realmente importante. Ahí sí comenzaría a cambiar para mejor el mundo. Porque los niños y las niñas que reciben los que sus derechos les prometen, sonríen. Y si todos los niños y todas las niñas del mundo sonrieran, esto sería otra cosa, ¿o no?
Bueno, vamos a ver si los y las radionautas sonríen durante el programa. ¡Empecemos, nomás! (MDM)


 (Publicado por Guadi en su Facebook, al cumplirse un año del fallecimiento de Delia   poniendo, entre otras cosas, “Bueno, siendo que se aproxima el Día del Niño (y de la Niña) les comparto este texto que ella un día leyó al aire y de paso la homenajeo con todo mi amor y recuerdo. Soy como soy, en parte, gracias a ella también!...”)

sábado, 13 de julio de 2013

Ballerinas

A dieciocho años del primer instante. 
24/4/97


Rosas o, cuando más, marfil de luna.
Combas, como una aleta en pleno vuelo.
Llenas de gracia, cual Ave Maria.
Vocaciones de aires y de ciclos.
Paralelas corpóreas de la vuelta.
Círculos incorpóreos de lo recto.
Vértices invisibles de los mimbres.
Curvas inconcebibles de los planos.
Compañeras artistas del artista.
Gracia del pie gracioso y agraciado.
Moldecitos de raso con puntera.
Puntas de la paciencia enamorada.
A la medida de la danza misma,
por los cuatro costados, danzarinas,
fugitivas pisadas suspensivas,
zapatillas de punta, ballerinas.

Mamá (María Delia Matute)

Publicado por Magdi en fcbk el 13/7/13

COMO EN AQUEL TOBOGÁN GIGANTE


En mi San Rafael natal, por allá por los inicios de los ´70, instalaron en una esquina un “tobogán gigante”. Una especie de gran deslizadero artificial por el que las personas se dejaban resbalar por diversión sobre una mole descomunal y de altísimas curvas.
Muy pronto se puso de moda y fue, durante algún tiempo, el más bullicioso punto de encuentro de amigxs adolescentonxs... Allá íbamos con mis hermanxs y todxs mis primxs. Yo era la menor y me llevaban no porque querían sino porque lxs obligaban lxs adultxs de la familia en gran alarde de psicopedagogía...
Era un extraño entretenimiento en el que había más miedo y vértigo que placer... o por lo menos así era para mí. Una explosiva mezcla de miedo y alegría difícil de soportar.
Delia ya vivía en Buenos Aires en aquel momento, pero fui con ella un par de veces cuando andaba por allá vacacionando... Fueron esas las pocas oportunidades en que me sentí segura sobre esa raída alfombra que nos permitía deslizarnos por los acentuados vaivenes del coloso. Delia, como siempre, comprendía mi miedo y me daba el aliento necesario y respetuoso que yo necesitaba. Mis primxs, y ni hablar de mi hermano, solían reírse y burlarse de mi susto y obligarme a “ir adelante” que era lo que menos me gustaba (yo nunca me tiraba sola). Así se vengaban de mi obligada presencia... Y yo hacía como que no me importaba.
Estos últimos once meses de mi vida han sido como aquellas tiradas por el “tobogán gigante”... pero agigantado.
He vuelto a sentir aquel mismo vuelco en la boca del estómago que me dejaba sin aliento cuando esa montaña enloquecida se desplegaba a mis pies y allá en lo alto me sentaba en la estera roñosa para iniciar el salto.
Ha retornado a esa sensación de acrofobia mezclada con la risa de la diversión.
Descomunal sensación que no tiene nombre.
En estos once meses he llorado cada noche antes de dormir (también en muchas madrugadas). Pero he tenido a la par la emoción de premios.
He convivido a diario con la desgarradora tristeza mezclada con la alegría, por ejemplo, del nacimiento de sobrinxs-nietxs.
Han  ido de la mano las ganas de seguir durmiendo con la ilusión de nuevos proyectos; el frío de la ausencia con el abrazo amigo.
Se han codeado mis peores fantasmas con las concreciones de mi retoño y los sueños de mi compañero...
Han cohabitado las más oscuras fantasías y las más radiantes ilusiones.
He insultado al universo desgarrada de dolor. Pero también he cantado, he leído poesía, he estrenado un vestido.  
He quedado estaqueada en una esquina creyendo ver a Delia en la vereda de enfrente. Y he descubierto que se puede estar paralizada y seguir caminando.
He querido detener el tiempo y he rogado que pase pronto.
He quedado atónita marcando su número de teléfono en reflejo inconsciente del deseo, y he recibido llamados del reino de la maravilla.
He atravesado oscuridades desconocidas y al mismo tiempo he estado iluminada.
He asistido al derrumbe de mi alma hasta el fondo de sí mismo y casi de inmediato lo he visto renacer en esperanzas.
Intensas y violentas sensaciones.
Me he culpado por sonreír y al rato he reído a carcajadas.
Así de extremo este tránsito sin descanso que me lleva del temor a la audacia y del destierro de mi ánima al centro de mi yo resucitado.
Como en aquel niño sentir de mi pasado. Cuando necesitaba ese abrazo para dejarme caer confiada hacia el vacío. Nada ha cambiado desde entonces. Sigo necesitando aquel abrazo fraterno y fundacional que supo sostenerme, aquel abrazo irreemplazable, aquel abrazo acunador y respetuoso de toda mi sorpresa. Y no lo tengo. Entonces me lo invento. Llega ahora amasado desde adentro y rehecho en quien entiende. Vuelve en recuerdos, en añejos regalos, en preciados objetos, en fotos bien guardadas , en tesoros de papel  amarillento.
Once meses de “tobogán gigante” sin ese abrazo. Y a la vez sostenidos por el mullido colchoncito de nuevas huellas y un sin fin de promesas a cumplirse. Entonces me deslizo, ya sola y sin reversa, por los desniveles pronunciados de una vida sin Delia.
Pienso en ella cada noche, cada mañana, cada día. La necesito, la requiero. La convoco y la invoco. Pero el tiempo va pasando aunque lo niegue, aunque me emperre en detenerlo. Y dicen que es el tiempo “el gran regulador de todo”. Eso dice mi Sofía*... Y ha de estar en lo cierto.

13-7-13 
(a once meses de la ausencia)

* Sofía es el personaje de "Más frágil que el silencio", de Daniel Zaballa.

martes, 9 de julio de 2013

Un mundo para Julius

Un poco de consuelo encuentro cuando encuentro su palabra, sus regalos... Hoy es uno de esos días en que su ausencia es una presencia constante... constante...


martes, 25 de junio de 2013

UN POCO DE HISTORIA... (y de histeria)

24/6/75... En medio de un profundo malestar, el país entero cumple con la Huelga General decretada por la Confederación General de los Trabajadores (C.G.T.). El peronismo en el gobierno, con la "compañera y atosigada" Isabelita como Presidenta de la Nación y el siniestro y secuaz (compañero) Lopez Rega, y demás (también compañeros y atosigantes...).
A las 4 de la tarde de ese día, ideal para no salir ni a la vereda, con una temperatura ambiental, política y social de -0º, Marina dio su señal indiscutible de que había deciddio instalarse en este mundo. Era necesario llegar al Hospital; el vecino acomedido que ofreció su auto no tenía nafta suficiente, todas las estaciones de Servicio estaban en huelga, no había un colectivo que circulara y taxis no se veían ni estacionados. Contracción va, contracción viene, otro vecino consigue a otro que tiene auto, 20 años, buena onda y un susto que supera al que tiene la que va a recibirse de mamá, lo que es mucho decir, pero así era.
Felizmente, con una Marina amenazante llegamos a un hospital en huelga, respetada hasta por los enfermos. Eran las 6 de la tarde, pero a pesar de su ofuscamiento, Marina consideró justo el Paro Nacional y aplza su nacimiento, sin dejar de amenazar sistemáticamente durante 7 horas.

25/6/75... A la hora una, con inolvidables berridos, 3 kilos de peso y 53 cms. de altura, ingresó a esta vida Marina. Luminosa, empecinadamente linda, como hasta ahora...

(Escrito por Delia para la invitación al cumpleaños Nro. 15 de Marina)



lunes, 17 de junio de 2013

Frase

La docencia es la única profesión que crea todas las demás profesiones.
Le avisan a quién corresponda.
(MDM)

miércoles, 12 de junio de 2013

Sin edad (10 meses)


Sin edad.
Así ando... sin edad.
Así he quedado... sin edad.
Como antes. Como hace un milenio. Un minuto.
Ayer, con la muerte de mi padre quedé grande siendo niña...
Hoy quedé niña siendo grande.
La muerte a destiempo me deja sin edad.
Mi padre... tan joven. Dejándome sola. Adolescente adulta, envejecida.
Mi hermana... tan necesaria. Dejándome sola. Adultamente niña, desprotegida.
Así me siento. Sin edad. Como antes. Como ayer. Como hace un rato.
En esa grieta de edades a destiempo voy cayendo. Atravesar quisiera la edad que tengo. Y quedarme.
Pero adolezco. Y no puedo.
Chiquita me siento, apenas niña. Buscando ávida esa mirada concentrada de amor que me alivie el miedo que me da la noche. Endeble púber me siento, buscando su palabra que explique el desconsuelo. Adolescente ilusa me siento, buscando ansiosa su mano solidaria para cruzar la calle que me lleve a la adultez. Absurda y sola me siento. Aún estando acompañada. Patética en mi herida recién inaugurada, me siento. Vetusta y doncella. Matusalénica y manceba.
Sin edad, me siento.
Caminando a tientas en una oscuridad que no invita pero deglute.
Sin edad. Sin brújula. Barrilete sin cola, me siento.
Estirando la mano desde esa grieta en desesperado gesto estéril por sentirme otra vez en su regazo. Hermana inmensa que trasmutó en madre, en amiga, en cómplice. En compañera.
Es que el dolor a destiempo no tiene edad. O, mejor, al destiempo del dolor no hay edad que lo soporte.
De a ratos, muchos, esta edad sin edad que me taladra se me vuelve intolerable.
En otros, menos, sólo la extraño.

13 de junio. A 10 meses...

martes, 11 de junio de 2013

Diario íntimo - 1977 - Joyitas del tesoro de los recuerdos...

Encontré un "diario íntimo" que comencé a escribir en 1977.
Esta es la primera página:


"Este el el diario de mi vida. Aquí están escritas todas mis vivencias. Mis recuerdos y mi significado para vivir. Aquí está escrita toda la sincerridad co la que puedo juzgarme, criticarme y tratar de corregir mis mayores defectos.
Si por alguna razón yo desaparezco de este mundo dejo encargada a mi hermana, María Delia Matute, única persona en quien cofío que lo destruya sin dejar una sola hoja y si por alguna razón de cariño desea conservarlo, deseo, pido y ruego que lo cuide para que nadie más lo viole (no me importa que ella lo lea porque todo lo que aquí escribiré ella lo sabrá dado que es la única persona me entiende y aconseja)
Esta es mi volutad, a los veintidos días del mes de may de 1977. Espero que sea respetada y aquel que no lo haga lo condene su conciencia."
Stella Maris Matute
22-5-77

Del diario íntimo de la adolescencia

Joyitas que voy encontrando en mis cofres del recuerdo:


"Todos los días pasaba por la puerta de un almacén y quedaba reflexionando sobre el pintoresco letrero que tenía. Se llamaba “Restaurante Sin Nombre”, y ese era su nombre; como cuando uno dice “nada quiero decir” y lo está diciendo o cuando nos preguntan algo espinudo y uno se queda en silencio, y con el silencio se está diciendo mucho más que con las palabras. Creo que no se puede eludir la responsabilidad que uno tiene frente a la sociedad o a la gente que lo rodea, yo creo que no existe el indiferente, el apolítico, el independiente. Creo que todos estamos comprometidos desde que nacimos. Si el hombre ha podido vivir y desarrollarse durante tantos siglos ha sido gracias a los que han estado comprometidos con sus hermanos de lucha, de clase, de trabajo. Yo creo que el poner nombres a las cosas no tiene importancia. Lo que sí tiene importancia es no clasificarnos, encasillarnos como si fuéramos una cifra, un número de teléfono, un trámite. La vida no pregunta si uno quiere o no comprometerse. La vida nos da el aire, el calor, la vista, una mirada, el amor... Entonces qué importa cómo se llaman las coas, si por último tendríamos que aprender tantos idiomas para expresar el amor que sentimos por Chile, por América, por el mundo, por mi hija, mi hijo y por todos los que tienen que nacer."
VÍCTOR JARA


(Mi hermana Delia me hizo conocer esto. Y se convirtió en un texto muy importante para mí. Todo lo que me enseña Delia es importante porque son cosas bellas que me sirven para ser mejor. Julio de 1977)

miércoles, 5 de junio de 2013

6 de junio



Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien.
Probablemente mi propia vida. 
CLARICE LISPECTOR


6 de junio
“La Anunciación”, novela de María Negroni, fue el último regalo que le hice a Delia.
En cuanto empecé a leerlo supe que iba a regalárselo y deseaba hondamente que no lo tuviera.
Supe que era un libro que ella amaría.
Unos días después de aquel regalo (el 24 de junio), ella me escribió: “Antes de seguir, quiero escribirte Ste, porque vengo a las corridas, escribo, y me va quedando esto: 1) hermoso el libro que me regalaste, estoy enamorada de La Anunciación (no me lo dedicaste, te olvidaste); 2) ... ”
No... no se lo dediqué. Primero, porque no sabía si ella lo tenía, y luego porque había tiempo...
“La Anunciación” es un relato sobre la memoria. Ese desordenado y necesario utensilio que nos permite edificar el pasado. Y como en la memoria, los hechos allí se presentan fragmentados, convocando y evadiendo melancolías.
“La Anunciación” es un libro que indefectiblemente me lleva a Delia. La identifico con su protagonista... La veo allí, en esa ficción que ensaya versiones de un pasado que nos envuelve, que nos involucra y que a ella la atravesaba.
“La Anunciación” me ayuda en muchas noches de insomnio a construir el fantasma de su ausencia y con él reconstruyo en tiempo de memoria el pretérito de mi tiempo. De nuestro tiempo juntas, que es mi vida toda.
Hoy hace exactamente un año que le regalé “La Anunciación”.
Mi último regalo en su último cumpleaños. Fue una noche hermosa, mansa, íntima... con locro, niños, risas, charla, mate y abrazos... donde nada, absolutamente nada, anunciaba el horror y lo incomprensible del futuro cercano.
"La Anunciación" era sólo una novela conmovedora y onírica...

La extraño tanto...

sábado, 25 de mayo de 2013

25 de mayo, a 10 años...



El 25 de mayo de 2003 lo pasé, por supuesto, en casa de Delia. Sentaditas en la cama de mi madre (también era su casa en aquellos tiempos) las tres juntas vimos el acto de asunción de Néstor Kirchner. Discutimos ese día con mi hermana. Ella no confiaba en él... Yo tampoco. Pero a ella la atravesaba el enojo y a mí la esperanza. Le pedí que confiara un poco, que le pusiéramos un poroto... y me tiró con la historia de esos últimos años por la cabeza. A mí me costaba mucho discutir con ella. Pero ese día me mantuve en mi postura lo que costó que viéramos todo el acto en un tenso silencio. Cuando ya al atardecer decidí irme salió a despedirme a la puerta de calle y abrazándome apretado me dijo: "Ojalá tengas razón, Ste, y sea yo la equivicada. Lo deseo con el alma".
La fui viendo esperanzarse, emocionarse y comprometerse con este Proyecto Nacional y Popular.
Compartí con ella las lágrimas tristes del 27 de octubre de 2010 y las de alegría del 10 de diciembre de 2011... Plazas compartidas...
La extraño tanto hoy, mientras organizo ir, una vez más, a esa misma Plaza que nos convoca...

Está en este blog, pero aquí posteo lo que escribió el día que Néstor se fue... Eso resume su devenir entre su desconfianza del 2003 y ese fatídico día...

domingo, 12 de mayo de 2013

Eso de abrirse al corazón



Eso de abrirse al corazón
tiene su riesgo, su parte buena
y uno que anda siempre a la defensa
carga tanto miedo a sus espaldas
se armó su casa, su coraza
de este costado izquierdo nadie pasa...

Eso de abrirse al corazón,
dejarlo dar la cara a los demás
y que busque un lugar donde tenderse
y confundirse en fraterno codo a codo.
Un solo corazón de corazones
confiando en ser amado, amando tanto.

Eso de abrirse al corazóm,
aunque uno duda y teme los fracasos,
puño entreabierto, héroe cotidiano
pulsando la verdad, tomando y dando.
Con ese único oficio, aunque nos duela,
de asumir dicha y pena, risa y llanto.

Eso de abrirse al corazón,
dejarlo abrir de par en par, 
cara a cara al mañana y al tal vez,
animando confianza y aguantando herida, 
abierto, pulso a pulso, y pese a todo
a lo que puede aún llamarse vida.

MARÍA DELIA MATUTE


(Aporte de Nahuel. ¡Gracias!)

sábado, 11 de mayo de 2013

El duelo en los tiempos de la inmediatez


"...la tragedia siempre siembra
un silencio pesado."
María Negroni

“Después del final de la palabra
empieza el gran alarido eterno”.
Clarice Lispector



Me declaro absolutamente incompetente para comprender la muerte.
Me declaro absolutamente incapaz de aceptarla.
Sería lógico, y deseable, que si venimos a esta vida con la única certeza de que vamos a morir y comenzamos a morir con el primer aliento, viniéramos genética, natural y biológicamente preparados para comprenderla y aceptarla.
Pero no.
Y no me vengan con tonterías. Que estoy en la etapa de la ira...
Para colmo hoy vivimos con el tiránico mandato del “ya”. Todo es inmediato y efímero y fugaz y los duelos no escapan a esa consigna.
Me exigen, buenamente, un duelo urgente...
Entonces los engaño... Les doy el gusto...
No hablo. O hablo poco. Y sonrío. Y digo “bien”. Y trabajo, como, camino, proyecto, brindo, actúo, origino, procedo... Y apenas si digo lo que me pasa. Apenas, lo juro. Aunque lo que me pasa sea tanto que en cuanto lo esbozo, ahoga.
Acepto en disconformidad absoluta la soledad del dolor. Y descubro sorprendida que esa soledad se construye exactamente por eso... Porque cuesta mucho soportar el dolor del otro.
Pero es así, y es razonable.

Todo ha sido tan inmediato. Tan vertiginoso. Delia se fue tan súbitamente, acechada por el arrebato de la estúpida muerte; y rodeada por el estupor de los que no podíamos comprender y seguimos sin poder hacerlo.
Tuve que despedirme con apremio, con urgencia, fugazmente, de su inteligencia, de su vitalidad y de su compañía.
No tuve lucidez ni claridad para despedirme de ella gloriosamente, y me niego entonces a tener un duelo efímero. Aunque sea en soledad.

Esta semana de mayo coincide exacta y demoníacamente con la de hace nueve meses. Domingo 5. Lunes 13. Nueve meses.
Nueve meses han pasado y es nada. Sigo ahí, ahí, absurdamente asombrada; ásperamente rota; toscamente derribada. Ahí. Sigo ahí, rogándole que me perdone mi inmadura ineficiencia. Sigo ahí, culpándome por no poder cumplirle uno solo de sus expresos deseos, ni una sola de nuestras risueñas fantasías. Sigo ahí, sin poder cumplírselos. Y no podré cumplírselos ya nunca. Porque no pude cantar (qué ocurrencia) y seguiré llorando. Porque no puse música. Ni al Ché. Porque no pude evitarle cruces ni flores. Porque no pude ocultar el pudor de su pequeña palidez... Porque no será del agua ... Ni de la Plaza. Porque quedé estaqueada a la última morada. Sin palabra ni acción que la contenga. Sin relato que la explique.
Eso sí: propuse un brindis, eso pude, y brindé con un malbec, que a ella tanto le gustaba, por lo mucho, por su luminosa vida tempranamente interrumpida.
Nada de lo efímero puede acercársele a este duelo.
Nada de lo inmediato ni de lo raudo.
Nueve meses. Nada y todo. Apenas el tiempo de la gestación de esta pena. Toda la hora de parir este dolor. Ya está maduro. Parirlo y acunarlo. Y dejarlo crecer, porque amerita. Así será... cada vez más grande y no a la inversa. Descomunal lamento. Inmenso en medida proporcional a lo inexplicable y devastador de esta ausencia.
Nueve meses. Asisto al nacimiento de este luto. Es el silencio. Es el alumbramiento del alarido silencioso. Y extremo.
Stella
mayo´13

viernes, 12 de abril de 2013

8 meses...


Tiempo lógico... Tiempo cronológico... Tiempo.
¿Será cierto que lo que se necesita es tiempo?
¿Cuál tiempo?
¿El tiempo lógico o el tiempo cronológico?
Entre esos tiempos me debato.

Ahora... hoy... en este momento (12 de abril a las 18.20) hacen 8 meses que la ví por última vez con vida... De alguna manera lo supe y de otra sólo me esperanzaba verla respirar. 
8 meses... Tiempo...




EN EL MÁS LITERAL SENTIDO DE CADA PALABRA

Fue absurdo, irracional, inadmisible, ilógico, desatinado.
Es alienante, horrible, abstruso, amargo. 
Fue incongruente, insensato, abrupto, disparatado.
Es inexplicable, demente, impenetrable, inaccesible.
Fue cruel, despiadado, mordaz, violento, temerario.
Es áspero, increíble, enloquecedor, irritante, repulsivo.
Fue lacerante, indescifrable, desgarrador, insondable.
Es punzante, bravo, insoportable, excesivo.
Fue extraño, desolador, abrumador, desdichado.
Es destemplado, atemporal, penoso, incomprensible.
Fue brusco, brutal, demoledor, extremo.
Es fuerte, desbordante, colérico, devastador, corrosivo.
Fue... hace ocho meses.
Es... loco de toda locura.
Y triste. Honda, infinita, inabarcablemente triste.

(Está en mi)

domingo, 31 de marzo de 2013

Confesión y credo

Hoy, revisando rincones, encontré tesoros... Este es uno:



Para seguir queriéndote
tal y como te quiero
tengo que resistirte.
Aprender a enseñarte
que debés aceptarme
como me conociste,
sin intentar cambiarme
ni un poquito.

Yo tengo estilo propio,
no mejor que los otros
pero yo lo defiendo
como a un bien muy costoso.
Válgante como ejemplo
(aquí te las enumero)
las formas en que siento:

Pongo mucha atención
cuando hay silencio,
y puedo distraerme
cuando me hablan.
Cierro fuerte los ojos
cuando quiero ver claro.
Me incomodan elogios
cuando hago lo que debo
y aguanto que me adviertan
(aunque a veces me duela)
si voy equivocada.

Desconfío de los hombres
que no muestran defectos,
de toda gran belleza
que luzca indeformable,
de los que nunca fallan
un poco en sus deberes,
y alardean de neutrales
de ingenuos e inocentes.

Odio a los que se escuchan
como a un dios a sí mismos
e, indecentes, confunden
lo que es buen amor
con mal equivalente.

No creo en los pecados,
ni en dios, ni en la electrónica.
Creo sólo en el hombre.
No creo en la elegancia,
ni creo en la conveniencia,
ni en todo el que sonríe
queriendo convencerme.

Creo que la conciencia
existe en tanto existe la materia,
y según la materia
es el exacto estado
que alcanza la conciencia.

Aborrezco a los hombres
que se sienten mejores
que el que los acompaña.
A los que dicen ver
mirando de reojo
y creen que sonreír
es enseñar los dientes.

A todas horas siento
que soy mortal y débil
y al mismo tiempo siento
que soy eterna y fuerte.
Aunque camine sola
me siento acompañada
y aún rodeada de muchos
alcanzo soledades.

Creo en la autoridad
que va en mi corazón;
que sólo a mis amigos
les duelen mis errores,
por eso les consiento
que critiquen mi vida.

Creo que el Amor barre
el lodo y la ceniza,
que puede encender fuegos
sobre el viento y la nieve
y cambiarle el futuro
al planeta que pisas.

Creo que mi destino
es nada más que mío
y que debo construirlo
de acuerdo a mi albeldrío.

Creo que la niñez, tan solo,
no merece el presente,
nosotros merecemos
cuando nos roza o hiere.
Por lo que calculamos,
por lo que omitimos,
por lo que intercambiamos
y lo que no pusimos.

No tengo santo
a quien rezarle
y la única virgen respetable
me parece la vida.

Más que nada en el mundo
creo en un gran futuro
sin fronteras,
de una sola bandera
con una sola estrella
con el color teñida
de la  sangre
de mis amados muertos.
Y aunque no la veré
lo mismo creo.

Tan sólo me consiento
sin darme en la cabeza,
mi eterna inocentada
de querer ser poeta
de cara contra un mundo
que aplaude las miserias.

Admito: no tengo alas,
más sospecho que vuelo;
y no tengo divinos
poderes envidiables,
más cotidianamente
yo creo en mis milagros.

De vos, espero todo
lo que te guste darme.
Ni un poco más ni menos,
lo que te plazca, vale.
Sólo una condición
quisiera sugerirte:
que sea tu corazón
como una brecha abierta
al entregarme
los gestos y palabras.
No creas que es
por mí misma,
sólo tu gesto puro
hace que seas gigante.
En cuanto a lo que espero,
esencialmente hablando,
es que tal como soy, algún día,
me permitas amarte.

MARÍA DELIA MATUTE - 1984

Domingo de Pascuas

"La casa está en orden", dirías riéndote... pero no estás y a mí me han tomado los recuerdos por asalto...
Extraño tu casa... pero no tu casa "de Mansilla". Tu casa... esa casa tuya que eras toda vos... que convocaba y acunaba. Te extraño tanto...

Pascuas 2013

En un inevitable paseo por los senderos de la memoria descubro que mis recuerdos de las Pascuas están asociados a mis sentidos. Un mes antes ya empezaba a escucharse hablar, ruidosamente, de la Semana Santa. Para mi padre era imprescindible organizar el encargo del bacalao en la tienda de “los gallegos camino a Alvear” que sin duda alguna tenían el mejor porque sus familiares lo traían de la España misma.
A mí siempre me costó entender el significado de esos días tan raros. El jueves era el más incomprensible. El viernes me metía miedo. El rayo divino te castigaría si comías carne, si tenías malos pensamientos, si no rezabas, si no ibas a la iglesia bien temprano. Me aterraban esas imágenes cubiertas con telas negras que naturalmente me hacía bajar la mirada y no faltarles el respeto… porque eso también podía ser castigado. Durante el tiempo que duraba esa misa me preguntaba todo el tiempo si no estaría yo teniendo malos pensamientos mientras escuchaba los resoplidos entre aburridos y enojosos de mi madre. Años después supe que a ella también la obligaba la obligación de los viernes santos. Lo único que mitigaba tanto miedo era pensar en las deliciosas empanadas de verdura y de pescado que nos esperaban en lacasadela´buela.
El sábado era día de preparativos. Las cocinas familiares derramaban una lujuria de perfumes a buena mesa. En lacasadela´buela todo olía a pescado y pimentón, desde el galpón del tío José llegaba el inconfundible efluvio del hasta ayer pecaminoso jaleo de carnes asadas, en lo de la Julia los jugosísimos pasteles de carne (empanadas fritas, dicen los porteños), en lo la Ana los rosquitos, bizcochuelos y postres y en la mía reinaba el olor a choclo que mi madre desgranaba uno a uno para las humitas. Todo era cocina para que el domingo de Pacuas fuera un perfecto festín de sabores.
Ese día, el domingo de Pascuas, mis hermanos y yo siempre estrenábamos alguna ropa recién salida de la Singer de la mami que parecía tener vida propia bajo sus pies y su mirada…
En este rosedal de mis recuerdos no hay Pascuas sin sol. Todo era luminoso en ese día. Los ojos viejos de mi abuela brillaban de otro modo y toda ella se permitía la ternura. Los rincones de su patio emaparrado eran la guarida de los codiciados huevos de Pascuas que ella misma se encargaba de identificar con el nombre de cada nieto y esconder cuidadosamente. Mis hermanxs , mis primxs y yo fingíamos durante rato no saber dónde estaban y ella fingía que nos creía. En mis años más niños, obvio, la que me ayudaba a encontrar el mío era Delia. Y después, cuando ella, la Delia, se vino a vivir a Buenos Aires, un momento decisivo de la jornada era el horario de ir a la telefónica a hacer el llamado a la Capital. La ansiedad alrededor de ese enorme teléfono negro inundaba en gritos, risas y lágrimas. “Adiós, mi querida hija” decía mi padre en voz baja cuando la horquilla ya había hecho silenciar la extrañada voz de mi hermana; y volvíamos a lacasadela´buela en silencio, disimulando las lágrimas. Bah, ellos disimulaban. Yo hacía gala de mi niñez llorando desbordada.
El día se extendía hasta pasada la cena con trucos de los hombres, quejas de las mujeres, escondidas de las chicas y travesuras de los chicos que hacían enojar a los vecinos. Y la obligada repartija de comida que duraba días.
Cuando partió mi abuela y a los dos años la siguió mi padre costó recomponer la celebración del domingo de Pascuas. Para mi madre era importante y lo armábamos como podíamos. Cuando fueron creciendo las nietas, mis sobrinas, algo de aquel espíritu se recuperó. A falta de patio emparrado mi madre escondía los huevitos en los cajones de su máquina de coser (aquella misma Singer) o entre las cacerolas en los estantes de la cocina. Luego se sumó Baltazar, mi sobrino, y por último Lautaro, mi hijo que fue el que menos disfrutó de ese rito.
Sigo sin comprender mucho qué significan estos días, pero me siguen inquietando como en la infancia…
El año pasado la Pascua fue el 8 de abril y fue el último día que se reunió la familia toda (con alguna -única- ausencia esperada y lógica), pero estuvimos todos. Fue en lacasadeladelia, por supuesto. No fue un almuerzo, fue una merienda. Había comida como para un centenar de personas pero debíamos ser menos de veinte. Estábamos todos y eso nos sorprendía y nos emocionaba. Había un agregado al festejo. Guady acababa de anunciar que estaba embarazada. La presencia de Valentín, Lisandro y Camilo aportó la cuota de niñez imprescindible. Hubo muchos abrazos, risas y lágrimas… Y codiciados huevitos. Como en aquellas Pascuas de mi infancia.
No entiendo muy bien qué significa este saludo, pero lo extraño. Y como siempre es cordial, espléndido y magnánimo desear buenas cosas, aquí va el mío:
¡¡¡¡¡FELICES PASCUAS PARA TODA LA GENTE QUE HACE BUENAS COSAS!!!!!

domingo, 24 de marzo de 2013

24 de marzo sin Delia



Hoy me he pasado el día extrañándola.
Muchos me tildarán de pesada, otros de enamorada del dolor, habrá quien diga "bueh", otros me refregarán que al lado de algunas tragedias mi dolor es naif... habrá quien diga que ya pasó tiempo prudente, y otros que me creo la dueña de la tristeza...
Poco me importa.
Hoy me he pasado el día extrañándola.
Extrañé organizar ir con ella a la Plaza. Extrañé sus relatos de los compañeros desaparecidos, su emoción incontenible al tomar la Bandera, su abrazo interminable con las Madres, sus órdenes y su ternura... Extrañé su presencia en la Plaza, sus dedos en V, su consigna corajuda, su intención de consuelo, su melancólica alegría, su cansancio generoso, su eterna militancia.
Extrañé la charla posterior, su análisis, su balance.
La extrañé hasta estallar en llanto, Y me tranquilizó llorar, porque ella merece que yo la haya extrañado tanto.
Será cierto, tal vez, que tengo facilidad para compartir mis sentimientos. Sólo sé que me sirve esta especie de "diario cibernético" para decirle a muchos que ella estuvo aquí y hoy me duele su ausencia y extraño su presencia como nunca imaginé que podía extrañar... Me sirve porque me gusta la idea de que muchos sepan que la mayor (muy mayor) parte de lo que soy es gracias a esa hermana Mayor... Gran hija, mejor hermana, enorme amiga, leal compañera, comprometida militante, extraordinaria madre, deliciosa tía, sensible poeta, comprometida militante, adorable suegra, impresionante escritora, elevada pensadora, inmensa abuela... Imprescindible ser humano.
Y sí... me entrego al deseo de hablarte en primera persona, hermana mía:
¡¡¡¡TE EXTRAÑO TANTO, PERO TANTO... TANTO!!!!!

miércoles, 13 de marzo de 2013

7 meses sin Delia


Mi abuela, la única abuela que tuve, murió en 1973. Y estalló la familia. "Mi" familia, real o inventada... Indiscutible, indisoluble, indestructible, indudable. Poderosa, numerosa, ruidosa. Esa familia era mi mundo. Todo mi mundo. El Papi, la Mami, el hermano para pelear, la hermana para aprender, tíos, tías, primos, primas, madrina, padrino. Y lacasadelaabuela era (sin dudas, opciones ni cuestionamientos) el lugar para encontrarnos. Allí confluíamos cotidianamente. En lacasadelaabuela se celebraban todos los festejos y se debatían todas las cuestiones familiares. Era el nido albergador.
Mi abuela, la única abuela que tuve, murió el 1º de julio de 1973... Fue la “primera muerte de mi vida”. Y esa familia (indiscutible, indisoluble, indestructible, indudable, poderosa, numerosa, ruidosa), real o inventada por mí, estalló por los aires.
Nos cubrió un océano de secretos bien guardados y traiciones impensadas. Los amados tíos, las maternales tías, se convirtieron en poco menos que enemigos y los primos en indiferentes. Ese océano ahogó a mi padre, que siguió a mi abuela dos años más tarde. Y esa familia indiscutible, indisoluble, indestructible, ya no tan poderosa ni numerosa ni ruidosa, le dio la espalda a mi madre que se quedó en la calle con una hija de adolescente: YO.
Así fue como “la Delia”, que ya vivía en Buenos Aires, desembarcó en el terruño natal para traernos a vivir con ella a mi madre y a mí. Y lacasadeladelia se convirtió en el nuevo nido albergador. Y fuimos construyendo una nueva familia... menos numerosa, menos ruidosa pero tan poderosa como aquella. "Mi" familia. Real o inventada por mí. Y lacasadeladelia era el lugar para encontrarnos. El nido albergador había sido reconstruido.
“La Delia”, la única hermana que tuve (madre, amiga, cómplice, compañera), murió hace siete meses. Fue, es, la“muerte más muerte de mi vida”.
“La Delia”, la única hermana que tuve, murió el 13 de agosto de 2012. Y la familia, “mi” familia (real o inventada por mí), estalló en pedazos.