jueves, 11 de septiembre de 2014

Amistad

"Cuando digo "amistad" hablo de sentimientos, de ternuras, alegrías, ese afecto sin más interés que el de permanecer cerca y darse amor. Relaciones amistosas con hijxs (en mi caso, hijas), vecinos, parientes, compas... haya o no lazos de sangre, el placer de conocerse, comprenderse, estimularse y disfrutarse en los encuentros."(María Delia Matute, 6-6-11)

martes, 2 de septiembre de 2014

Sin título

Me suenan tus palabras
a veces como a desgarro;
a insoportable agujero
donde caen, insalvables,
mis jubilosas ganas.
Cómo perdemos todo,
cuánta pérdida inútil
hasta encontrar la muerte.
Aprendiendo inútilmente
a recobrar la nada.
Pero es en esa pérdida
de límites y nombres,
de ecos y de origen,
de rasgos y miradas,
mientras nos queda vida
donde encontrarnos
alguna punta al hilo
para empezar de nuevo.
Y entonces aprender
que es posible
que me quieran...
sin nombrarme.
Que quien me está acariciando
me crea nuevos rasgos,
que cada amanecer es un origen
y que sentir, aunque duela,
es un gran paso.
Y que una disculpa alcanza,
si se la elige a tiempo,
para empezar de nuevo
antes de que sea tarde.

MARÍA DELIA MATUTE
(1984)

miércoles, 13 de agosto de 2014

Silbo de soledad

https://soundcloud.com/marina-sdb/silbo-de-soledad#play

SILBO DE SOLEDAD

Fiero temor me daban las espinas,
como da miedo, amor,
lo que lastima...
pero, al cabo, la rosa y tu mirada
todo temor borraron
de mi vida...

Mira bien:
mi corazón ya es querencia
del sinsabor con que vivo.
Ni puede con el motivo,
ni puede con la dolencia,
ni podrá con tu presencia
después de tan largo olvido.

Tocar a fondo el fin de la alegría,
sin saber que el final
no es todavía,
porque aún nos queda
gastar toda la vida
atada a una esperanza ya vacía...

Mira bien:
mi corazón ya es querencia
del sinsabor con que vivo.
Ni puede con el motivo,
ni puede con la dolencia,
ni podrá con tu presencia
después de tan largo olvido.

María Delia Matute

Salto y vuelo. Es el tiempo, dicen.


Durante los últimos días, he tenido un sueño recurrente. Atravieso situaciones de parto y es Delia mi partera. Me toca la panza, me besa la frente, me acaricia los ojos, me alivia el dolor. A veces nacen pájaros. Otras nacen serpientes y todo es pesadilla. Pero Delia siempre sonríe y me dice "va a llegar, va a llegar, va a llegar". Su voz suena nítida, susurrante me habla siempre cerca de la oreja.
Hoy a la madrugada, en ese sueño recurrente, yo me paría a mi misma. Y Delia me alzaba en andas y bailaba. Reía. A carcajadas reía.
Y yo, la que había parido, reía con ella.
Y yo, la que había nacido, berreaba en sus brazos.
Delia me miraba y reía. No hablaba, pero yo en el sueño sabía que me decía "llegó, llegó, llegó". Lo sabía por esas cosas que en los sueños se saben porque sí.
Me desperté entre llantos y sonrisas.
Las sensaciones de lo onírico habitaban la corporalidad de mi existencia.
Dos años, dicen los que saben. Dos años es el tiempo, dicen los que saben.
He parido pájaros, serpientes y demonios.
He parido sinsabores y sonrisas.
He parido muerte y vida.
En cada uno de esos partos ella me ha asistido. Antes y ahora. Como antes, como siempre.
Es el tiempo, dicen. Dos años, dicen.
Salto entonces desde el útero mismo del dolor y emprendo un vuelo de bautismo.
Es el tiempo, dicen.
Si he podido hasta ahora es que se puede.
Seguiré pariendo. Incomprensible. Inentendible.
Dos años.
Es el tiempo, dicen.
¿Cuál tiempo?, me pregunto.
Y Delia me responde, alzándome en andas.
Y yo recién parida y pariéndome a mí misma, no entiendo. Pero salto. Y vuelo.

(13 de agosto, a dos años exactos de su ausencia. Que es el tiempo del duelo, dicen).


martes, 5 de agosto de 2014

Para siempre domingo

Aquel 5 de agosto fue un domingo. Helado domingo. Lluvioso domingo. Un domingo más domingo que todos los domingos de la vida. Promediando la tarde, la noticia de la muerte de la Gran Chabela le ponía un poco más de frío a la cosa. A las 17.26 de ese domingo, Delia escribió sobre su tristeza por la muerte de la cantora, escribió "hay días malos", escribió sobre sus ganas de habernos visto pero el frío y la lluvia y el desgano, escribió sobre el domingo y escribió "luego veré de volver por aquí"... Un par de horas después la llamé por teléfono y hablamos largo. Nos contamos las ganas de vernos pero las no ganas de salir a la calle, nos chismeamos de la familia, nos preocupamos por el país, nos entristecimos por Chabela, nos enrabiamos por Lanata, nos conmovimos por Víctor Hugo. Aquella semana el periodista traidor había escrachado a nuestro querido periodista con un impensado vínculo con la dictadura uruguaya. Esa noche "Bajada de línea" prometía ser un programa de culto. "Bueno, lo vemos y luego lo comentamos", dijo una. "Dale, si no hablamos después del programa hablamos mañana", dijo la otra. "Eso. Y esta semana nos vemos o nos vemos". "Claro que sí. Te quiero." "Y yo a vos". Puedo escucharnos. En el primer corte del programa, que efectivamente era una joya de apoyos al lado victorhugo de la vida, me paré a llevar los platos de la cena a la cocina. Sonó mi celular y algo me dijo que algo no andaba bien. Escarcha. El domingo se detuvo en domingo para siempre. Los nueve días que siguieron fueron, simplemente, la última ayuda que nos ofreció en su solidaria vida. Ir adecuandonos a lo irreversible. Ir mirándonos en el desolado espejo de la ausencia.
El 5 de agosto se congeló en domingo para siempre.
Y sí... "Hay días malos"

domingo, 13 de julio de 2014

23 meses y la ausencia


Domingo 13.
Final de una semana llena de emociones.
Y la ausencia.
Gritos de júbilo. Y la ausencia.
Abrazos de goles. Y la ausencia.
Mate y tortas fritas, y la ausencia.
Augurio de una final deseada.
Y la ausencia.
Julia mejora. Y la ausencia.
Un sueño futbolero. Y la ausencia.
Oscar operado. Y la ausencia.
Un cuarto de siglo, y la ausencia.
Domingo 13 de julio. 23 meses.
Ausencia.
Que es presencia en cada alegría,
en cada festejo, en cada sensación.
Presentemente en ausencia, deliamente presente.

23 meses, en este mes mundialista.
Y su ausencia.

miércoles, 25 de junio de 2014

a 36 años de aquella final


El 25 de junio de 1978 mi sobrina Marina, la primer hija de mi hermana, cumplía 3 años. Era domingo y hacía mucho frío. Nos juntamos en casa de Delia a festejar el cumple de la pequeña y, obvio, a mirar la final del Mundial de Fútbol.
Aquel Mundial… Aquel Mundial…
Todos los que estábamos ahí lo criticábamos pero también todos gritamos los goles argentinos. Y también todos salimos a la 9 de julio, con distintas sensaciones, a festejar. Delia y el que era su marido, el padre de sus tres hijas, estaban muy conmovidos con la multitud. Se miraban extrañados y cómplices. Cuando fuimos acercándonos al Obelisco mi sobrinita se asustó y su papá decidió volverse a la casa con ella. Nos quedamos Delia y yo… Anduvimos de acá para allá entre emotivas y conmocionadas. En algún momento Delia se puso a llorar y me pidió que fuéramos volviendo. En el camino de regreso me dijo: “vi a dos compañeros… están vivos…” La abracé. Nos abrazamos. Estuvimos largo rato abrazadas en una esquina. Ella lloraba y yo también. Ella sabía por qué y yo no tanto… Años más tarde me dijo: “aquel día sentí que los genocidas se habían equivocado… que en su soberbia maléfica nos dejaron salir a la calle y vernos las caras, volver a vernos las caras y mínimamente saber quiénes todavía resistíamos”…

Delia… la extraño siempre mucho. A veces más.

viernes, 13 de junio de 2014

Junio. 22 meses.

Apunada mi alma en la altura de tu ausencia, se refugia desprotegida en el vértice tierno de los recuerdos. Entonces me veo niña de sonrisa fácil subiendo por el borde de tu mano para colgar mis ojos en los tuyos, ávida por saberlo todo. Me calzo zapatos guillerminas para verte abotonarme su presilla. Compro cuadernos tapa dura para que me los forres con azul araña. Busco la calesita de la esquina para dedicarte la jubilosa sortija. Mas no alcanza. Nada alcanza.

¿Cómo se hace para "alcanzar" el consuelo? Qué rezos, qué ceremonias, qué introspección, qué búsqueda... qué religiosas voluntades deberían engarzarse en el altar de la falta... Busco, me alecciono, me disciplino en rigurosas devociones, buceo en resplandecientes soledades, sostengo manos en rezo, entono la brumosa letanía del "om", me esperanzo en esa luz extraña, me ahueco en aquella oscuridad, canto aquella oración y te la dedico, me asiste algún sueño reparador con un abrazo... Pero nada. El silencio de tu voz silenciada me ensordece. Y da paso, inevitable, al doliente lamento.

jueves, 5 de junio de 2014

Segundo 6 de junio de ausencia

6 de junio. Segundo 6 de junio sin vos, hermana mía.
Esta fecha que hoy duele hasta en los huesos fue jubiloso festejo. De los grandes.
La prepotencia de tu ausencia me enseña que tu fecha era, también, un poco mía. Yo la esperaba. Diseñaba sorpresas. Elegía regalos. Celebraba tu vida y tu vida en mi vida. Te extraño. Te invoco. Ahí estás, sentada en el borde de mi hombro bebiéndote mi abrazo. Acá estoy, colgada en el trapecio de tus ojos, espiándote una mirada. Tu empecinada presencia en el absurdo vacío que no cesa me va construyendo a la Delia de hoy. A la Delia que me habita. Desde ahí celebro hoy todos los 6 de junio que tuvimos. Celebro tu vida, hermana mía. Levanto una copa de buen Malbec y brindo. ¡Hasta la Victoria. Siempre. Hermana. Compañera. Amiga!

lunes, 12 de mayo de 2014

Helada exactitud / 21 meses



El 13 de mayo de 2012 fue un domingo intenso.

En el mismo día un amigo muy querido entró en un complejo laberinto de oscuridades y mi pichón desplegó sus maduras alas y emprendió el vuelo hacia la adultez.

Esa noche me ganaron las emociones, qué novedad, y lloré a mares colgada al teléfono con Delia del otro lado tratando de consolarme. Allí estaba ella con su eterna sabia palabra enseñando a esta boludaza inmadura, resistente al crecimiento, que la vida es así. Que a veces duele, que a veces premia, que la única forma de retener es soltar, que el camino más profundo suele ser el más solitario. Puedo oír su voz, entre preocupada y risueña, recitando amores para alcanzarme consuelo.

Dos exactos meses después de aquel domingo, la vida (o más bien la muerte) ofrecía a mi existencia, y a la de todos los que la amábamos, el más brutal de los zarpazos en el exacto centro del alma. Hace hoy dos años exactos de aquella conversación. Hace hoy exactos 21 meses que me falta. Que nos falta.

Exactitud maldita, exactitud que hiela.

Mi amigo salió del laberinto, mi hijo planea en alto vuelo.

Y Delia tenía razón. A veces duele, a veces premia. Pero el dolor duele dos veces y el premio también duele ahora con su ausencia. No tengo su voz para enseñarme, para aliviarme. No tengo su palabra. No la tengo. Y yo sigo siendo esta boludaza inmadura, resistente al crecimiento, que levanta el teléfono, marca su número buscando cobijo y llora. Ahora sin consuelo.

martes, 6 de mayo de 2014

De sueños y recuerdos

Tuve un sueño.
Soñé con Delia. Ella era una niña y tenía un bebé en brazos. El bebé era yo. Por esas cosa extrañas de los sueños, yo (la de ahora) también estaba en ahí y las miraba. Era claro que yo era un bebé pesado para el menudo cuerpo de Delia, pero ella reía e intentaba bailar conmigo en upa. Me daba besos (a mí, bebé); y yo, la de ahora, los sentía en esta Stella dolorida de hoy. En el sueño yo sabía. Y no. La de hoy sabía, la bebé disfrutaba. Desperté muy conmovida y sintiendo el calorcito de su cuerpo en el mío. Cuando terminé de despertarme me di cuenta de que no tuve un sueño.
Tuve un recuerdo.

(Stella  / 6-5-2014)

domingo, 13 de abril de 2014

20 meses, tiempo sin tiempo

Este tiempo sin tiempo que recorro atraviesa mi alma entumecida, ahora alma incompleta por doliente, que no encuentra consuelo ni socorro. Un vacío colmado de presencia me debate entre risas y pesares, pero impone su ausencia en alarido mientras la vida avanza, tenaz y endurecida.
No tengo recuerdos más que mis recuerdos y a ellos me aferro dolida y obstinada.
Visito algunos bares, releo algunos libros y cada noche va mi mano por debajo de la almohada. Sueño que sueño y que la encuentro y que me sana de nuevo su palabra. Pero despierto siempre entre sollozos, con el alba tercamente atormentada.
Sola de una soledad desconocida, quiero que vuelva y que me abrace. La convoco cada hora, cada día la pienso, cada domingo repudio ese domingo, el del zarpazo brutal definitivo. Y cada 13 calendario me encuentra acá, desde hace 20 meses, escribiendo, en vano intento de detener el tiempo.
Este tiempo sin tiempo que recorro. Y que atraviesa mi alma entumecida.


 13 de abril, a 20 meses.

jueves, 13 de marzo de 2014

19 meses... ¿"ya" o "recién"?

Me encontré con Gaby en una esquina cualquiera de Buenos Aires. Alegrón. Abrazo y charla.
Nombrar a Delia se dio naturalmente.
 Sonrisas al recordarla.
 "Ya pronto van a hacer dos años, ¿no?", preguntó como al descuido.
Y yo me quedé con la mirada fija en el biés de tu mortaja. Acomodé esa estúpida arruguita y fui con mis dedos hasta tu cara, helada. Reparé en tu gesto y se me antojó enojado. Convulsión de llanto sobrevino y me incliné para besarte la frente, tan amada.
"¡Stella!", la voz de Gaby me llegó como desde el fondo de un túnel herrumbroso.
La luz de sus ojitos me devolvió un poco de presente.
"Sí, sí, pronto", dije improvisando un poco de cordura. "En agosto. Justo mañana (por hoy) harán recién 19 meses", balbucee confundida.
Me abrazó creo que entendiendo y me dio un beso en la mejilla con intención de secarla, también creo.
Giró sobre sus pies y se fue rápido. Su espalda acongojada conmovió un poco más a mi alma lastimada.
Miré a mi alrededor y entendí que estaba en esa esquina cualquiera.
Diecinueve meses. ¿"YA" o "RECIÉN"?, me pregunté antes de retomar lo cotidiano.


(13 de marzo, 2014)

martes, 25 de febrero de 2014

18 meses...





Fundido mi corazón en esta explosión salvaje de verde que me rodea, mi alma empieza a entender la comunión de tu sangre en la mía... Desde esa celebración me entrego sin esfuerzo a escribirte en primera persona... Gracias por tu onírica visita... Necesitaba tu abrazo. Lo necesito. El para siempre es mucho tiempo... La absurda cronología dice 18 meses, pero vos y yo bien sabemos que es un minuto y una eternidad.
Te extraño. Y te amo. Siempre.
13 de febrero, 2014. Desde Montaña Encantada. 

miércoles, 22 de enero de 2014

MARCAS EN EL CUERPO

Me hice un tatuaje...
A decir verdad nunca me gustaron los tatuajes. Han sabido despertarme críticas y repudios...
Pero me tatué el nombre de Delia en la muñeca izquierda.
El nombre de Delia grabado en mi piel para siempre.
Sencillamente, hice visible la marca que ya llevo, desde siempre y para siempre, en el alma.
Eso, justamente, fue lo que me ayudó a tomar la decisión...Un día, hace ya algunos meses me puse a pensar en dos cosas: primero, en que solemos soportar marcas en el cuerpo que no hemos decidido; y segundo, que portamos marcas en el alma que podemos decidir hacerlas visibles en el cuerpo.... Así empecé a darle forma a esta decisión.
Yo se todo... Ya se han encargado de hacérmelo saber y, sobre todo, de hacérmelo sentir. Se, bien que sé, que no soy la única a la que se le ha muerto un ser querido y que hay tragedias mucho peores que la mía... Se que soy intensa y febril. Se qué soy exagerada y manifiesta. Se que soy vehemente y que puedo ponerme hincha pelotas (o ser siempre hincha pelotas, si querés) Pero así soy... Para todo... Para amar, para sentir, para pelear, para ayudar, para duelar....
No me siento ni la más desgraciada ni la dueña del dolor... No... En absoluto... Me siento infinitamente triste. Y también soy cobarde... no puedo con la soledad del dolor. Me enloquece... Necesito compartirla, convocar al abrazo, llamar al consuelo... La injusta y temprana partida de Delia tiene para mi la dimensión de todo mi dolor. Me re significa todas mis ausencias. Me deja huérfana de toda orfandad.
Entonces, el tatuaje.
Hacer visible esa marca indeleble que llevo en el alma.
Un tatuaje pequeño, sencillo y bonito.... Como era ella. A la vez inmenso (como ella era) en su significado.
En el brazo izquierdo.
Para que esté conmigo en cada puño en alto, en cada V de la victoria.
Para que se vea que la llevo conmigo en cada hora de mis días.
Para que me pregunten qué significa "ese nombré" y poder hablar de ella.
Para que sea evidente que está entre mi y toda la realidad.
Quizá así pueda satisfacer esos tantos pedidos de que "la deje ir"...
En este eterno homenaje, que le hago y me hago, traigo a mi padre y a mi madre. Y a todos los duelos que ella supo consolar y acompañarme...
Convoco a todas las Stella que he sido para acordar un poco sobre las Stella que seré sin Delia.
Celebro la casa de Anatole France, la de la avenida San Juan, la de la avenida Rivadavia y finalmente la casa de Mansilla... todas sus casas que fueron también mías y, fundamentalmente, fueron casas de mi madre... 
Recobro la mano bajo la almohada de la infancia, el tazón de café con leche con pan adentro, el papel araña azul de los cuadernos de las primeras letras, los ojos asombrados por la inmensidad de la ciudad inmensa, los primeros libros y las primeras músicas, las despedidas y los reencuentros, los tres soles de sus hijas, el dolor por sus amados compañeros, la abundancia de sus abrazos, su mano en la panza calmando mis contracciones de parto, la generosidad de su sonrisa, la trascendencia de sus consejos, el azúcar en mi boda, la inmensidad de su paciencia.
Todo en estas cinco letras que adornan, y honran, para siempre mi muñeca.
Fraternal regalo que me he permitido ofrecerme en este cumpleaños de 2014.
Ella seguramente no aprobaría esta decisión mía. La tomaría como uno de esos extraños y locos pasos de esta hermana, demasiado extravagante para nuestra sencilla vida.
Pero enseguida me miraría con ternura, buscaría la mirada de mi madre, y con ronca voz, cargada de ironía, seguramente le diría: "oye madre, si tu hija tiene tatuaje... ¡Anda en pandilla!".
Lanzaría una abundante carcajada y abriendo generosamente sus brazos tomaría mi cabeza entre sus manos y la llenaría de besos.

domingo, 12 de enero de 2014

Ilimitado tiempo... 17 meses


A punta de penas una va ordenando la tristeza. Y duele. Sigue doliendo como si las noches no se hubieran sucedido en insomnios y pesadillas. El tiempo no es aún el aliado prometido y sigue siendo todavía un amargo enemigo. Difícil es darle a la ausencia un lugar definitivo. Imposible, diría. La ausencia se vuelve piel en mi piel y descansa vital en mi costado. Y es arrobo constante.
Trece de enero... Diecisiete meses. Ilimitados. Neurálgicos.