viernes, 3 de julio de 2015

seis del seis

Nunca me gustó el invierno. Su cercanía siempre, desde niña, me ha producido una pena honda. Supongo que fue influencia de mi madre que repetía hasta el cansancio que el invierno era tristeza pura.
Sin embargo junio, mes de su comienzo, llegaba en mi vida de antes con sabor a alegria y a festejo. El 6 de junio era el cumpleaños de Delia. 6 del 6. Hasta su fecha tenía poesía. Hubo un cumpleaños que para mi fue pura magia. El 6 del 6 del 66. Yo tenía 6 años y todo eso me parecía un buen presagio para mi hermana. Así de tonta era yo de niña. Y nada ha cambiado demasiado. Ahora ando buscándole señales a la sin razón. Hoy hubiera sido el cumple de Delia. 6 del 6. Y ella hubiera cumplido 66 años. Y la estúpida muerte nos robó esa posibilidad.
Sigo sin entenderlo. Sigo sin aceptarlo. Sigo sin digerirlo. Aunque crean que exagero la pienso cada noche y cada mañana cuando despierto con la sensación de haber llorado y sé que es porque he soñado sin ella. La extraño cada hora y la invoco en cada hecho. Me cuesta el camino sin ella. Me cuesta junio y el invierno es bastante más frío desde temprano aunque se demore. Ya sé que tengo que celebrar haberla tenido y haberme tenido en ella. Pero el 6 del 6 tiene ahora un color tan distinto. Un sabor tan amargo...