viernes, 16 de enero de 2015

Recuerdos

No puedo escribir sino de ella. De la penumbra tibia de sus ojitos negros. De la docencia de sus palabras, reales y dulces, siempre atentas, siempre alertas, fundando manifiestos esenciales. Perdida en esta nueva ciudad que hoy me anida, busco la sombra blanda de su figura, ligera y movediza, en cada esquina, en cada calle. Porque ando apencando blandamente la mentira infinita de su muerte.

miércoles, 14 de enero de 2015

Algún 13

La veo.
Siempre la veo.
Aunque no la nombre,
aunque no me crean.
La veo.
Y me rescato en su imagen.
La veo sonriendo,
la veo llorando.
La veo.
En el espejo la veo.
Sobre todo cuando consigo
desafiarme al buen vivir.

(13/01/15)

martes, 13 de enero de 2015

Caminar con vos



"Te quisiera ver en mis zapatos", "qué harías vos en mis zapatos", "no te deseo que calces mis zapatos" son frases que he escuchado mucho cuando niña. Es una frase con peso en el libro de mi historia. De boca de mi abuela, de boca de mi madre y también de boca de mi hermana...

Delia vuelve cada día desde esta nueva forma eterna de su existencia. Vuelve a cada rato en un recuerdo, en una necesidad, en una Santa Rita que asoma por un balcón, en una imagen del Che desde una remera, en un sabor, en una receta, en una hamaca de una plaza, en una pregunta divertida de un niño, en la ansiedad de una mirada adolescente, en un árbol añejo, en una nube con forma. Vuelve. Todo el tiempo vuelve. Anoche volvió en tres pares de zapatos que la acompañaron en el recorrido de sus últimos años, de sus últimos días. Delia y yo calzábamos lo mismo: 34/35 según la horma. "Piecitos de princesa tienen estas dos", solía decir mi madre.

Los zapatos de Delia. El mejor regalo que Papá Noel podía hacerme en esta Navidad 2014, en los umbrales mismos del 2015, cuando pareciera que reír con ganas ha vuelto a ser posible. Reír con ganas y convocarla en el brindis con un poco de serenidad. Sus zapatos. Los he extrañado, los he deseado, los he necesitado. Los extraño, los deseo, los necesito. Los tengo. Los miro , los toco, los huelo, los atesoro. La encuentro en ese olor extraño de lo que no se usa hace tiempo. Los calzo. Mis pies se acomodan en ellos como si fueran míos... "No quisiera estar en tus zapatos, hermana", me digo. Pero estar en ellos es hoy el nombre de un consuelo.



Gracias Marina, Magdi y Meli.