sábado, 5 de agosto de 2017

5 de agosto... a la hora del zarpazo inicial.

Me he preguntado por qué, me he preguntado para qué, me he preguntado por qué no... me he preguntado y preguntado... no he podido responderme más que con lágrimas. Nunca voy a entender el destiempo. Nunca.
No tiene sentido pensar cuánto tiempo pasó desde aquel 5 de agosto del zarpazo inicial. Para mí fue hace pocos días. Y diez siglos. Y en ese impreciso tiempo se debate la ausencia que presencia.
Extrañándola. Siempre. Y siempre es mucho tiempo.

martes, 6 de junio de 2017

6 de junio: siempre Delia

Hoy la vida, sí la vida, es Delia.
6 de junio, desde siempre y para siempre.
Y siempre es lo único que existe.
¡Feliz cumpleaños, hermana!
En mi corazón y en el de todos los que te amamos.
En los ojos que te leen, en las almas que te recuerdan.

viernes, 19 de mayo de 2017

Seguir girando en el bello planeta, siempre

Y una noche, de repente, sin previo aviso, llega un mail y Delia sigue girando en el bello planeta...


"Ayer noche divagando, buscando músicas, nombres, caras, afectos de antes, o de siempre Junóus, encontré un blog tuyo y después otro y enfín... leí, leí y te re-reconocí intensa tal como te sabía... Páaah... y abrazo, alabo, temo, corazoneo, envidio (y unos cuantos verbos más) eso de vos... sobre todo: Abrazo.
Pasado el piropeaje lo que quería decirte es que guardo un poema de tu hermana (que puede que tengas o no... y ante la duda..), poema que me dio una noche que fuimos a tu casa y sin poder musicalizarlo nesos tiempos (deuda mía) archivadísimo quedó.
Hace un tiempo (¿años, 5, 10, 22...?) revisando carpetas lo encontré y lo escribí (recordando a ambas endemientras) acá en mi vieja agenda (2 tapas, hojas de papel, nada virtual) para tenerlo más cerca y palpable a futuro.
Y tá, anoche pensé que en caso de que no, debías tenerlo :

HAY PALABRAS
QUE AMAMOS LOS POETAS:
LA VOZ RESURRECIÓN,
LIBERTAD Y COMETA.
EL GIRO DEL DOLOR
QUE YA SE ANUNCIA
EN LA ANGUSTIOSA IMAGEN
DEL ABISMO,
Y EN LA INAUDIBLE FÉ
QUE A VECES LLAMA.

EL BRILLO DEL SONIDO
DE LA PALABRA LUZ
LA MÁGICA VOZ:  LUNA
Y EL SILENCIO SEVERO
QUE EN LA MUERTE
INEXPLICA LA  R.

HAY PALABRAS QUE AMAMOS
LOS POETAS:
DUDAR, AMAR, PAZ.
Y EN UNA
POSIBLEMENTE,
LAS OTRAS SE CONTENGAN,
AMADA POR PALABRA,
POR HECHO
Y PERMANENCIA.

AMADA CICATRIZ
QUE AL FINAL TERMINA
CON EL DOLOR RABIOSO
DE LA HERIDA
AMADA AUNQUE NOS CUESTE.

AMAMOS LOS POETAS
A LA VIDA.                      Delia Matute



Listo. Quiero creer que lo copié en su momento (puntuación, forma) tal como lo escribió Delia; de no ser así Mil Perdones... también quisiera saber en cuál de las carpetas de mi estudio estará el original enjín... lo importante hoy es esta copia que puedo acercarte.
Cuando puedas, me gustaría saber que te llegó.

Encontré esta dirección tuya en uno de los blogs, ojalá y sirva. (ojalá y ande... como decimo' nel pago)
Flor de Abrazo.
Daniel"


(GRACIAS, DANIEL RUSSO)

miércoles, 11 de mayo de 2016

Los sueños, sueños son

Por esas cosas raras que suceden en los sueños yo la esperaba y la veía venir al mismo tiempo. Ella estaba espléndida en su belleza joven, radiante, sonriente. Yo tenía en el cuerpo ese movimiento interno que genera la felicidad. Era aquella misma, exacta, felicidad de niña cuando la esperaba en sus regresos a casa. Pero en el sueño yo era adulta y tenía mi libro en la mano esperando su llegada para dárselo. Cuando Delia estaba acercándose con los brazos abiertos me desperté. Los sueños suelen dejar angustia aunque su transcurrir haya sido dichoso.
11 de mayo, 2016

jueves, 10 de marzo de 2016

MAESTRO - Dedicado a Alfredo Zitarrosa

PARA NAHUEL
Que acompañó su canto
con guitarras,
y su final con lágrimas.

MAESTRO

"De golpe no estás
nada más sucedió"
(A. Zitarrosa)

Hoy anduvo su muerte entre nosotros...
Sitiándonos el corazón con su soberbia,
emborrachándonos de un solo trago amargo,
un agrio y largo trago, doloroso y violento.

Hoy anduvo su muerte entre nosotros,
y vimos que era cierto lo que Ud. decía:
"Hago falta, yo siento que la vida
se agita nerviosa si no comparezco"

Hay un vacío en la fila para siempre,
penoso desamparo, desde hoy, definitivo.

Hoy anduvo su muerte entre nosotros...,
ya dueña de su aliento y de sus alas,
de su terrosa gravedad, la sombra de su ceño,
ya dueña, indiscutible, de su presencia altiva.

Hoy anduvo su muerte entre nosotros...
creciendo conforma de noticia...
Nos encontró esperando su mañana,
su inevitable senda, ese futuro. 
Nos encontró entrañablemente unidos:
nuestro dolor, su vida, la insurgencia,
el pasado brutal, este presente,
su permanencia, el llanto, la nostalgia.

Nos encontró inclinados en su ausencia,
mirándolo mirarnos para siempre,
confrontando su ejemplo inclaudicable,
la fuerza de su influencia, su prestancia,
su irritación, su acento inconfundible,
su resumir la realidad en su canto,
su canto fraternal, su halo...

Hoy anduvo su muerte entre nosotros...
y se alejó frustrada con su carga,
y usted cantaba en boca de un obrero,
tarareaba la vida en un botija,
contradanceaba en átomos de piedra,
ceremonioso y ronco, protestaba
porque a un pasado terco
le crece desde el pie, que usted le calza,
una Revolución, su espera,
que viene demorada. 
María Delia Matute
17/1/89


(Aporte de Nahuel Porcel de Peralta, a quien está dedicado el homenaje). 


lunes, 19 de octubre de 2015



Al poco tiempo de irme a vivir sola puse en un vaso con agua una semilla de una palta que me había alimentado una solitaria noche de mi primera casa, un monoambiente que apenas podía pagar con mi magro sueldo de secretaria...
A los pocos días la semilla largó su raíz y luego fue un amoroso viaje biológico ver crecer ese brote verde e ir convirtiéndose en un arbolito perfecto en sus proporciones y verdes. Muchas veces tuve la sensación de que si me quedaba mirándolo fijamente durante algunas horas podía ver su crecimiento.
Del vasito pasó a un frasco, del frasco a un florero, de allí a una maceta y ya no se pudo más porque el monoambiente era muy monoambiente.
El amigo de un amigo tenía un enorme patio en las afueras de Capital y allí fuimos a trasplantar a mi compañero verde. Fue toda una emoción esa ceremonia que coronamos con gran asadito y brindis. Volví a regarlo varias veces durante algunos años y lo ví convertirse en gran árbol que daba frutos.

Algunos años más tarde la vida me premió con el premio más premio de todos los premios. La dimensión exacta y perfecta del amor vino a mi vida llamándose Lautaro, y me convertí en madre. ¿Hay palabras para definir ese júbilo? Debe haberlas pero esa es tarea de escritores. Solo puedo decir que ya nada fue igual, que todo tuvo, tiene y tendrá color, olor y sabor a maternidad. Mis logros son los suyos, sus logros son mi orgullo. Lo vi nacer, lo vi crecer, lo vi volar... Lo veo hoy, hombre, plantado en sus convicciones, brillante en sus talentos. Y es la vida para siempre.

Para compensar tanta vida mi libro nace de las entrañas del dolor, de la oscuridad del zarpazo de la muerte. Pero nace, y es vida también. Vida trasmutadora de dolor. Coraje para enfrentar lo inmortal.

Lo inmortal. Un árbol, un hijo, un libro. Ese árbol, ese hijo, ese libro dirán que estuve aquí.

Por eso este hueco que me atraviesa la panza. Por eso esta sensación de inmensidad que me atorbellina. Por eso este abrazo que me acuna. Los espero allí hoy.

jueves, 13 de agosto de 2015

Tres años.

Es necesario conversar a solas con las lágrimas. Las que sacamos con nuestros ojos a cuestas una tarde de invierno malherido y vuelven misteriosamente con la puntualidad rota de la ausencia. Es posible escucharles su voz para que nos cuente de su encuentro con un sueño perdido. Hay que aprender a confiar en los secretos de las lágrimas escondidas en los pañuelos.
En atardeceres quebrados, cuando la quebradura es amplia, lado a lado del dolor, suelen convertirse en compañeras fieles.
(Atardecer de un 13 de agosto, en un pueblito que huye de las aguas)

miércoles, 12 de agosto de 2015

La víspera...

Fue domingo la víspera del infierno.
Frío y oscuro.
La esperanza, que es involuntaria, se convocaba terca al costado de esa cama.
¿Me oís? ¿Me oís? ¿Podes oírme?
Un soplo levisimo movió tu pulgar inmóvil y fue el sí más sí que yo escuché en toda mi vida.
¿Si? ¿Me escuchabas? ¿Me escuchaste? ¿Llegaste a oír mi amor hecho palabras? ¿Mi desasosiego hecho esperanza?
No lo sé ni lo sabré nunca.
Pero confío en el poder de nuestro vínculo. En ese nido se alberga nuestro para siempre.
Hoy, a estas horas, yo me aferraba a tu pulgar como un naufrago al madero. Y toda vía floto, aferrada, en el mar de incertidumbre que es la vida sin vos.
Te extraño.
Te extraño.
Te extraño.
Hermana. Hermana mía.
12-8-2015

AGOSTOS

Tengo mil agostos clavados en el ánima. Mil agostos que de tan sustantivos no hay adjetivo que resista. Mil agostos milenarios de tan miles. Vino primero un veinticuatro que aguijoneó con la pronta finitud de mi padre en un diagnóstico terminal que heló la mendocina helada. Luego hubo un nueve que me subió a un tren con destino a rascacielos aplastando la nariz en la ventanilla desde donde fueron perdiéndose los amigos con las manos en alto. Un zarpazo de garra sobre el vientre rompió una bolsa vital un dieciocho naciendo al mundo al más pequeñito de todos los titanes que no pudo con tanto aliento y se fue despacito un veintiséis dejando rota la ternura y rebalsada leche amarga en inútiles pezones. Un llanto todo sobrevino aquel agosto de lunas rotas. Pero más tarde y tan temprano llegó ese cinco alevoso y traicionero de flujos errados sin destino. Un cinco que dejó sin lágrimas al tiempo fuera del tiempo hasta el trece más trece de los trece. Entre ese cinco y ese trece la vida se volvió un para siempre sin hermana.
Tristes efemérides de agosto.
Tengo mil agostos clavados en el ánima. Mil agostos que de tan sustantivos no hay adjetivo que resista. Mil agostos milenarios de tan miles. Vino primero un veinticuatro que aguijoneó con la pronta finitud de mi padre en un diagnóstico terminal que heló la mendocina helada. Luego hubo un nueve que me subió a un tren con destino a rascacielos aplastando la nariz en la ventanilla desde donde fueron perdiéndose los amigos con las manos en alto. Un zarpazo de garra sobre el vientre rompió una bolsa vital un dieciocho naciendo al mundo al más pequeñito de todos los titanes que no pudo con tanto aliento y se fue despacito un veintiséis dejando rota la ternura y rebalsada leche amarga en inútiles pezones. Un llanto todo sobrevino aquel agosto de lunas rotas. Pero más tarde y tan temprano llegó ese cinco alevoso y traicionero de flujos errados sin destino. Un cinco que dejó sin lágrimas al tiempo fuera del tiempo hasta el trece más trece de los trece. Entre ese cinco y ese trece la vida se volvió un para siempre sin hermana. 
5-8-2015

Esperanza vana

Se abría por estas horas una esperanza que demoraba lo que se anunciaba a gritos. Nos subimos a ese barco de ilusión que duró un suspiro. Su fuerza nos ayudaba a prepararnos para lo definitivo. Así de mucho era. Es. Será. Siempre.
10-8-2015 (a eso de las siete de la tarde) 

viernes, 3 de julio de 2015

seis del seis

Nunca me gustó el invierno. Su cercanía siempre, desde niña, me ha producido una pena honda. Supongo que fue influencia de mi madre que repetía hasta el cansancio que el invierno era tristeza pura.
Sin embargo junio, mes de su comienzo, llegaba en mi vida de antes con sabor a alegria y a festejo. El 6 de junio era el cumpleaños de Delia. 6 del 6. Hasta su fecha tenía poesía. Hubo un cumpleaños que para mi fue pura magia. El 6 del 6 del 66. Yo tenía 6 años y todo eso me parecía un buen presagio para mi hermana. Así de tonta era yo de niña. Y nada ha cambiado demasiado. Ahora ando buscándole señales a la sin razón. Hoy hubiera sido el cumple de Delia. 6 del 6. Y ella hubiera cumplido 66 años. Y la estúpida muerte nos robó esa posibilidad.
Sigo sin entenderlo. Sigo sin aceptarlo. Sigo sin digerirlo. Aunque crean que exagero la pienso cada noche y cada mañana cuando despierto con la sensación de haber llorado y sé que es porque he soñado sin ella. La extraño cada hora y la invoco en cada hecho. Me cuesta el camino sin ella. Me cuesta junio y el invierno es bastante más frío desde temprano aunque se demore. Ya sé que tengo que celebrar haberla tenido y haberme tenido en ella. Pero el 6 del 6 tiene ahora un color tan distinto. Un sabor tan amargo...

lunes, 11 de mayo de 2015

Noche y mañanas

Mirá que lo he intentado, eh. Pero no creo que nadie, nadie, nunca pueda entender lo que me significa tu ausencia.
He aprendido a callar. No sabes lo que me cuesta. Pero ya casi no lo digo. Ya casi no te nombro. Entonces creen que "ya pasó". He vuelto a la normalidad de los días para que no crean que enloquezco, para que no me miren de soslayo, para que no sientan que me creo la dueña del dolor.
Pero no hay normalidad ni la habrá nunca, y enloquezco cada noche antes del sueño, y soy la dueña del dolor. Soy la dueña de todo mi dolor, de toda tu ausencia. Cada cual es dueño de su dolor.
Abomino el paso de los días que te vuelve mas presente en tu ausencia, mas ausente en tu presencia.
Te extraño.
Mucho.
Más y mas con el correr de las horas.
Y mas te extraño cuando la vida se viste con sus mejores ropas.
Pero ya voy entendiendo que nadie, nadie, nunca podrá entender lo que me significa tu ausencia. Y que te pienso cada una de mis noches y cada una de mis mañanas.

viernes, 16 de enero de 2015

Recuerdos

No puedo escribir sino de ella. De la penumbra tibia de sus ojitos negros. De la docencia de sus palabras, reales y dulces, siempre atentas, siempre alertas, fundando manifiestos esenciales. Perdida en esta nueva ciudad que hoy me anida, busco la sombra blanda de su figura, ligera y movediza, en cada esquina, en cada calle. Porque ando apencando blandamente la mentira infinita de su muerte.

miércoles, 14 de enero de 2015

Algún 13

La veo.
Siempre la veo.
Aunque no la nombre,
aunque no me crean.
La veo.
Y me rescato en su imagen.
La veo sonriendo,
la veo llorando.
La veo.
En el espejo la veo.
Sobre todo cuando consigo
desafiarme al buen vivir.

(13/01/15)

martes, 13 de enero de 2015

Caminar con vos



"Te quisiera ver en mis zapatos", "qué harías vos en mis zapatos", "no te deseo que calces mis zapatos" son frases que he escuchado mucho cuando niña. Es una frase con peso en el libro de mi historia. De boca de mi abuela, de boca de mi madre y también de boca de mi hermana...

Delia vuelve cada día desde esta nueva forma eterna de su existencia. Vuelve a cada rato en un recuerdo, en una necesidad, en una Santa Rita que asoma por un balcón, en una imagen del Che desde una remera, en un sabor, en una receta, en una hamaca de una plaza, en una pregunta divertida de un niño, en la ansiedad de una mirada adolescente, en un árbol añejo, en una nube con forma. Vuelve. Todo el tiempo vuelve. Anoche volvió en tres pares de zapatos que la acompañaron en el recorrido de sus últimos años, de sus últimos días. Delia y yo calzábamos lo mismo: 34/35 según la horma. "Piecitos de princesa tienen estas dos", solía decir mi madre.

Los zapatos de Delia. El mejor regalo que Papá Noel podía hacerme en esta Navidad 2014, en los umbrales mismos del 2015, cuando pareciera que reír con ganas ha vuelto a ser posible. Reír con ganas y convocarla en el brindis con un poco de serenidad. Sus zapatos. Los he extrañado, los he deseado, los he necesitado. Los extraño, los deseo, los necesito. Los tengo. Los miro , los toco, los huelo, los atesoro. La encuentro en ese olor extraño de lo que no se usa hace tiempo. Los calzo. Mis pies se acomodan en ellos como si fueran míos... "No quisiera estar en tus zapatos, hermana", me digo. Pero estar en ellos es hoy el nombre de un consuelo.



Gracias Marina, Magdi y Meli.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Amistad

"Cuando digo "amistad" hablo de sentimientos, de ternuras, alegrías, ese afecto sin más interés que el de permanecer cerca y darse amor. Relaciones amistosas con hijxs (en mi caso, hijas), vecinos, parientes, compas... haya o no lazos de sangre, el placer de conocerse, comprenderse, estimularse y disfrutarse en los encuentros."(María Delia Matute, 6-6-11)

martes, 2 de septiembre de 2014

Sin título

Me suenan tus palabras
a veces como a desgarro;
a insoportable agujero
donde caen, insalvables,
mis jubilosas ganas.
Cómo perdemos todo,
cuánta pérdida inútil
hasta encontrar la muerte.
Aprendiendo inútilmente
a recobrar la nada.
Pero es en esa pérdida
de límites y nombres,
de ecos y de origen,
de rasgos y miradas,
mientras nos queda vida
donde encontrarnos
alguna punta al hilo
para empezar de nuevo.
Y entonces aprender
que es posible
que me quieran...
sin nombrarme.
Que quien me está acariciando
me crea nuevos rasgos,
que cada amanecer es un origen
y que sentir, aunque duela,
es un gran paso.
Y que una disculpa alcanza,
si se la elige a tiempo,
para empezar de nuevo
antes de que sea tarde.

MARÍA DELIA MATUTE
(1984)

miércoles, 13 de agosto de 2014

Silbo de soledad

https://soundcloud.com/marina-sdb/silbo-de-soledad#play

SILBO DE SOLEDAD

Fiero temor me daban las espinas,
como da miedo, amor,
lo que lastima...
pero, al cabo, la rosa y tu mirada
todo temor borraron
de mi vida...

Mira bien:
mi corazón ya es querencia
del sinsabor con que vivo.
Ni puede con el motivo,
ni puede con la dolencia,
ni podrá con tu presencia
después de tan largo olvido.

Tocar a fondo el fin de la alegría,
sin saber que el final
no es todavía,
porque aún nos queda
gastar toda la vida
atada a una esperanza ya vacía...

Mira bien:
mi corazón ya es querencia
del sinsabor con que vivo.
Ni puede con el motivo,
ni puede con la dolencia,
ni podrá con tu presencia
después de tan largo olvido.

María Delia Matute

Salto y vuelo. Es el tiempo, dicen.


Durante los últimos días, he tenido un sueño recurrente. Atravieso situaciones de parto y es Delia mi partera. Me toca la panza, me besa la frente, me acaricia los ojos, me alivia el dolor. A veces nacen pájaros. Otras nacen serpientes y todo es pesadilla. Pero Delia siempre sonríe y me dice "va a llegar, va a llegar, va a llegar". Su voz suena nítida, susurrante me habla siempre cerca de la oreja.
Hoy a la madrugada, en ese sueño recurrente, yo me paría a mi misma. Y Delia me alzaba en andas y bailaba. Reía. A carcajadas reía.
Y yo, la que había parido, reía con ella.
Y yo, la que había nacido, berreaba en sus brazos.
Delia me miraba y reía. No hablaba, pero yo en el sueño sabía que me decía "llegó, llegó, llegó". Lo sabía por esas cosas que en los sueños se saben porque sí.
Me desperté entre llantos y sonrisas.
Las sensaciones de lo onírico habitaban la corporalidad de mi existencia.
Dos años, dicen los que saben. Dos años es el tiempo, dicen los que saben.
He parido pájaros, serpientes y demonios.
He parido sinsabores y sonrisas.
He parido muerte y vida.
En cada uno de esos partos ella me ha asistido. Antes y ahora. Como antes, como siempre.
Es el tiempo, dicen. Dos años, dicen.
Salto entonces desde el útero mismo del dolor y emprendo un vuelo de bautismo.
Es el tiempo, dicen.
Si he podido hasta ahora es que se puede.
Seguiré pariendo. Incomprensible. Inentendible.
Dos años.
Es el tiempo, dicen.
¿Cuál tiempo?, me pregunto.
Y Delia me responde, alzándome en andas.
Y yo recién parida y pariéndome a mí misma, no entiendo. Pero salto. Y vuelo.

(13 de agosto, a dos años exactos de su ausencia. Que es el tiempo del duelo, dicen).


martes, 5 de agosto de 2014

Para siempre domingo

Aquel 5 de agosto fue un domingo. Helado domingo. Lluvioso domingo. Un domingo más domingo que todos los domingos de la vida. Promediando la tarde, la noticia de la muerte de la Gran Chabela le ponía un poco más de frío a la cosa. A las 17.26 de ese domingo, Delia escribió sobre su tristeza por la muerte de la cantora, escribió "hay días malos", escribió sobre sus ganas de habernos visto pero el frío y la lluvia y el desgano, escribió sobre el domingo y escribió "luego veré de volver por aquí"... Un par de horas después la llamé por teléfono y hablamos largo. Nos contamos las ganas de vernos pero las no ganas de salir a la calle, nos chismeamos de la familia, nos preocupamos por el país, nos entristecimos por Chabela, nos enrabiamos por Lanata, nos conmovimos por Víctor Hugo. Aquella semana el periodista traidor había escrachado a nuestro querido periodista con un impensado vínculo con la dictadura uruguaya. Esa noche "Bajada de línea" prometía ser un programa de culto. "Bueno, lo vemos y luego lo comentamos", dijo una. "Dale, si no hablamos después del programa hablamos mañana", dijo la otra. "Eso. Y esta semana nos vemos o nos vemos". "Claro que sí. Te quiero." "Y yo a vos". Puedo escucharnos. En el primer corte del programa, que efectivamente era una joya de apoyos al lado victorhugo de la vida, me paré a llevar los platos de la cena a la cocina. Sonó mi celular y algo me dijo que algo no andaba bien. Escarcha. El domingo se detuvo en domingo para siempre. Los nueve días que siguieron fueron, simplemente, la última ayuda que nos ofreció en su solidaria vida. Ir adecuandonos a lo irreversible. Ir mirándonos en el desolado espejo de la ausencia.
El 5 de agosto se congeló en domingo para siempre.
Y sí... "Hay días malos"

domingo, 13 de julio de 2014

23 meses y la ausencia


Domingo 13.
Final de una semana llena de emociones.
Y la ausencia.
Gritos de júbilo. Y la ausencia.
Abrazos de goles. Y la ausencia.
Mate y tortas fritas, y la ausencia.
Augurio de una final deseada.
Y la ausencia.
Julia mejora. Y la ausencia.
Un sueño futbolero. Y la ausencia.
Oscar operado. Y la ausencia.
Un cuarto de siglo, y la ausencia.
Domingo 13 de julio. 23 meses.
Ausencia.
Que es presencia en cada alegría,
en cada festejo, en cada sensación.
Presentemente en ausencia, deliamente presente.

23 meses, en este mes mundialista.
Y su ausencia.

miércoles, 25 de junio de 2014

a 36 años de aquella final


El 25 de junio de 1978 mi sobrina Marina, la primer hija de mi hermana, cumplía 3 años. Era domingo y hacía mucho frío. Nos juntamos en casa de Delia a festejar el cumple de la pequeña y, obvio, a mirar la final del Mundial de Fútbol.
Aquel Mundial… Aquel Mundial…
Todos los que estábamos ahí lo criticábamos pero también todos gritamos los goles argentinos. Y también todos salimos a la 9 de julio, con distintas sensaciones, a festejar. Delia y el que era su marido, el padre de sus tres hijas, estaban muy conmovidos con la multitud. Se miraban extrañados y cómplices. Cuando fuimos acercándonos al Obelisco mi sobrinita se asustó y su papá decidió volverse a la casa con ella. Nos quedamos Delia y yo… Anduvimos de acá para allá entre emotivas y conmocionadas. En algún momento Delia se puso a llorar y me pidió que fuéramos volviendo. En el camino de regreso me dijo: “vi a dos compañeros… están vivos…” La abracé. Nos abrazamos. Estuvimos largo rato abrazadas en una esquina. Ella lloraba y yo también. Ella sabía por qué y yo no tanto… Años más tarde me dijo: “aquel día sentí que los genocidas se habían equivocado… que en su soberbia maléfica nos dejaron salir a la calle y vernos las caras, volver a vernos las caras y mínimamente saber quiénes todavía resistíamos”…

Delia… la extraño siempre mucho. A veces más.

viernes, 13 de junio de 2014

Junio. 22 meses.

Apunada mi alma en la altura de tu ausencia, se refugia desprotegida en el vértice tierno de los recuerdos. Entonces me veo niña de sonrisa fácil subiendo por el borde de tu mano para colgar mis ojos en los tuyos, ávida por saberlo todo. Me calzo zapatos guillerminas para verte abotonarme su presilla. Compro cuadernos tapa dura para que me los forres con azul araña. Busco la calesita de la esquina para dedicarte la jubilosa sortija. Mas no alcanza. Nada alcanza.

¿Cómo se hace para "alcanzar" el consuelo? Qué rezos, qué ceremonias, qué introspección, qué búsqueda... qué religiosas voluntades deberían engarzarse en el altar de la falta... Busco, me alecciono, me disciplino en rigurosas devociones, buceo en resplandecientes soledades, sostengo manos en rezo, entono la brumosa letanía del "om", me esperanzo en esa luz extraña, me ahueco en aquella oscuridad, canto aquella oración y te la dedico, me asiste algún sueño reparador con un abrazo... Pero nada. El silencio de tu voz silenciada me ensordece. Y da paso, inevitable, al doliente lamento.

jueves, 5 de junio de 2014

Segundo 6 de junio de ausencia

6 de junio. Segundo 6 de junio sin vos, hermana mía.
Esta fecha que hoy duele hasta en los huesos fue jubiloso festejo. De los grandes.
La prepotencia de tu ausencia me enseña que tu fecha era, también, un poco mía. Yo la esperaba. Diseñaba sorpresas. Elegía regalos. Celebraba tu vida y tu vida en mi vida. Te extraño. Te invoco. Ahí estás, sentada en el borde de mi hombro bebiéndote mi abrazo. Acá estoy, colgada en el trapecio de tus ojos, espiándote una mirada. Tu empecinada presencia en el absurdo vacío que no cesa me va construyendo a la Delia de hoy. A la Delia que me habita. Desde ahí celebro hoy todos los 6 de junio que tuvimos. Celebro tu vida, hermana mía. Levanto una copa de buen Malbec y brindo. ¡Hasta la Victoria. Siempre. Hermana. Compañera. Amiga!

lunes, 12 de mayo de 2014

Helada exactitud / 21 meses



El 13 de mayo de 2012 fue un domingo intenso.

En el mismo día un amigo muy querido entró en un complejo laberinto de oscuridades y mi pichón desplegó sus maduras alas y emprendió el vuelo hacia la adultez.

Esa noche me ganaron las emociones, qué novedad, y lloré a mares colgada al teléfono con Delia del otro lado tratando de consolarme. Allí estaba ella con su eterna sabia palabra enseñando a esta boludaza inmadura, resistente al crecimiento, que la vida es así. Que a veces duele, que a veces premia, que la única forma de retener es soltar, que el camino más profundo suele ser el más solitario. Puedo oír su voz, entre preocupada y risueña, recitando amores para alcanzarme consuelo.

Dos exactos meses después de aquel domingo, la vida (o más bien la muerte) ofrecía a mi existencia, y a la de todos los que la amábamos, el más brutal de los zarpazos en el exacto centro del alma. Hace hoy dos años exactos de aquella conversación. Hace hoy exactos 21 meses que me falta. Que nos falta.

Exactitud maldita, exactitud que hiela.

Mi amigo salió del laberinto, mi hijo planea en alto vuelo.

Y Delia tenía razón. A veces duele, a veces premia. Pero el dolor duele dos veces y el premio también duele ahora con su ausencia. No tengo su voz para enseñarme, para aliviarme. No tengo su palabra. No la tengo. Y yo sigo siendo esta boludaza inmadura, resistente al crecimiento, que levanta el teléfono, marca su número buscando cobijo y llora. Ahora sin consuelo.

martes, 6 de mayo de 2014

De sueños y recuerdos

Tuve un sueño.
Soñé con Delia. Ella era una niña y tenía un bebé en brazos. El bebé era yo. Por esas cosa extrañas de los sueños, yo (la de ahora) también estaba en ahí y las miraba. Era claro que yo era un bebé pesado para el menudo cuerpo de Delia, pero ella reía e intentaba bailar conmigo en upa. Me daba besos (a mí, bebé); y yo, la de ahora, los sentía en esta Stella dolorida de hoy. En el sueño yo sabía. Y no. La de hoy sabía, la bebé disfrutaba. Desperté muy conmovida y sintiendo el calorcito de su cuerpo en el mío. Cuando terminé de despertarme me di cuenta de que no tuve un sueño.
Tuve un recuerdo.

(Stella  / 6-5-2014)

domingo, 13 de abril de 2014

20 meses, tiempo sin tiempo

Este tiempo sin tiempo que recorro atraviesa mi alma entumecida, ahora alma incompleta por doliente, que no encuentra consuelo ni socorro. Un vacío colmado de presencia me debate entre risas y pesares, pero impone su ausencia en alarido mientras la vida avanza, tenaz y endurecida.
No tengo recuerdos más que mis recuerdos y a ellos me aferro dolida y obstinada.
Visito algunos bares, releo algunos libros y cada noche va mi mano por debajo de la almohada. Sueño que sueño y que la encuentro y que me sana de nuevo su palabra. Pero despierto siempre entre sollozos, con el alba tercamente atormentada.
Sola de una soledad desconocida, quiero que vuelva y que me abrace. La convoco cada hora, cada día la pienso, cada domingo repudio ese domingo, el del zarpazo brutal definitivo. Y cada 13 calendario me encuentra acá, desde hace 20 meses, escribiendo, en vano intento de detener el tiempo.
Este tiempo sin tiempo que recorro. Y que atraviesa mi alma entumecida.


 13 de abril, a 20 meses.

jueves, 13 de marzo de 2014

19 meses... ¿"ya" o "recién"?

Me encontré con Gaby en una esquina cualquiera de Buenos Aires. Alegrón. Abrazo y charla.
Nombrar a Delia se dio naturalmente.
 Sonrisas al recordarla.
 "Ya pronto van a hacer dos años, ¿no?", preguntó como al descuido.
Y yo me quedé con la mirada fija en el biés de tu mortaja. Acomodé esa estúpida arruguita y fui con mis dedos hasta tu cara, helada. Reparé en tu gesto y se me antojó enojado. Convulsión de llanto sobrevino y me incliné para besarte la frente, tan amada.
"¡Stella!", la voz de Gaby me llegó como desde el fondo de un túnel herrumbroso.
La luz de sus ojitos me devolvió un poco de presente.
"Sí, sí, pronto", dije improvisando un poco de cordura. "En agosto. Justo mañana (por hoy) harán recién 19 meses", balbucee confundida.
Me abrazó creo que entendiendo y me dio un beso en la mejilla con intención de secarla, también creo.
Giró sobre sus pies y se fue rápido. Su espalda acongojada conmovió un poco más a mi alma lastimada.
Miré a mi alrededor y entendí que estaba en esa esquina cualquiera.
Diecinueve meses. ¿"YA" o "RECIÉN"?, me pregunté antes de retomar lo cotidiano.


(13 de marzo, 2014)

martes, 25 de febrero de 2014

18 meses...





Fundido mi corazón en esta explosión salvaje de verde que me rodea, mi alma empieza a entender la comunión de tu sangre en la mía... Desde esa celebración me entrego sin esfuerzo a escribirte en primera persona... Gracias por tu onírica visita... Necesitaba tu abrazo. Lo necesito. El para siempre es mucho tiempo... La absurda cronología dice 18 meses, pero vos y yo bien sabemos que es un minuto y una eternidad.
Te extraño. Y te amo. Siempre.
13 de febrero, 2014. Desde Montaña Encantada. 

miércoles, 22 de enero de 2014

MARCAS EN EL CUERPO

Me hice un tatuaje...
A decir verdad nunca me gustaron los tatuajes. Han sabido despertarme críticas y repudios...
Pero me tatué el nombre de Delia en la muñeca izquierda.
El nombre de Delia grabado en mi piel para siempre.
Sencillamente, hice visible la marca que ya llevo, desde siempre y para siempre, en el alma.
Eso, justamente, fue lo que me ayudó a tomar la decisión...Un día, hace ya algunos meses me puse a pensar en dos cosas: primero, en que solemos soportar marcas en el cuerpo que no hemos decidido; y segundo, que portamos marcas en el alma que podemos decidir hacerlas visibles en el cuerpo.... Así empecé a darle forma a esta decisión.
Yo se todo... Ya se han encargado de hacérmelo saber y, sobre todo, de hacérmelo sentir. Se, bien que sé, que no soy la única a la que se le ha muerto un ser querido y que hay tragedias mucho peores que la mía... Se que soy intensa y febril. Se qué soy exagerada y manifiesta. Se que soy vehemente y que puedo ponerme hincha pelotas (o ser siempre hincha pelotas, si querés) Pero así soy... Para todo... Para amar, para sentir, para pelear, para ayudar, para duelar....
No me siento ni la más desgraciada ni la dueña del dolor... No... En absoluto... Me siento infinitamente triste. Y también soy cobarde... no puedo con la soledad del dolor. Me enloquece... Necesito compartirla, convocar al abrazo, llamar al consuelo... La injusta y temprana partida de Delia tiene para mi la dimensión de todo mi dolor. Me re significa todas mis ausencias. Me deja huérfana de toda orfandad.
Entonces, el tatuaje.
Hacer visible esa marca indeleble que llevo en el alma.
Un tatuaje pequeño, sencillo y bonito.... Como era ella. A la vez inmenso (como ella era) en su significado.
En el brazo izquierdo.
Para que esté conmigo en cada puño en alto, en cada V de la victoria.
Para que se vea que la llevo conmigo en cada hora de mis días.
Para que me pregunten qué significa "ese nombré" y poder hablar de ella.
Para que sea evidente que está entre mi y toda la realidad.
Quizá así pueda satisfacer esos tantos pedidos de que "la deje ir"...
En este eterno homenaje, que le hago y me hago, traigo a mi padre y a mi madre. Y a todos los duelos que ella supo consolar y acompañarme...
Convoco a todas las Stella que he sido para acordar un poco sobre las Stella que seré sin Delia.
Celebro la casa de Anatole France, la de la avenida San Juan, la de la avenida Rivadavia y finalmente la casa de Mansilla... todas sus casas que fueron también mías y, fundamentalmente, fueron casas de mi madre... 
Recobro la mano bajo la almohada de la infancia, el tazón de café con leche con pan adentro, el papel araña azul de los cuadernos de las primeras letras, los ojos asombrados por la inmensidad de la ciudad inmensa, los primeros libros y las primeras músicas, las despedidas y los reencuentros, los tres soles de sus hijas, el dolor por sus amados compañeros, la abundancia de sus abrazos, su mano en la panza calmando mis contracciones de parto, la generosidad de su sonrisa, la trascendencia de sus consejos, el azúcar en mi boda, la inmensidad de su paciencia.
Todo en estas cinco letras que adornan, y honran, para siempre mi muñeca.
Fraternal regalo que me he permitido ofrecerme en este cumpleaños de 2014.
Ella seguramente no aprobaría esta decisión mía. La tomaría como uno de esos extraños y locos pasos de esta hermana, demasiado extravagante para nuestra sencilla vida.
Pero enseguida me miraría con ternura, buscaría la mirada de mi madre, y con ronca voz, cargada de ironía, seguramente le diría: "oye madre, si tu hija tiene tatuaje... ¡Anda en pandilla!".
Lanzaría una abundante carcajada y abriendo generosamente sus brazos tomaría mi cabeza entre sus manos y la llenaría de besos.