miércoles, 12 de agosto de 2015

La víspera...

Fue domingo la víspera del infierno.
Frío y oscuro.
La esperanza, que es involuntaria, se convocaba terca al costado de esa cama.
¿Me oís? ¿Me oís? ¿Podes oírme?
Un soplo levisimo movió tu pulgar inmóvil y fue el sí más sí que yo escuché en toda mi vida.
¿Si? ¿Me escuchabas? ¿Me escuchaste? ¿Llegaste a oír mi amor hecho palabras? ¿Mi desasosiego hecho esperanza?
No lo sé ni lo sabré nunca.
Pero confío en el poder de nuestro vínculo. En ese nido se alberga nuestro para siempre.
Hoy, a estas horas, yo me aferraba a tu pulgar como un naufrago al madero. Y toda vía floto, aferrada, en el mar de incertidumbre que es la vida sin vos.
Te extraño.
Te extraño.
Te extraño.
Hermana. Hermana mía.
12-8-2015

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