martes, 2 de septiembre de 2014

Sin título

Me suenan tus palabras
a veces como a desgarro;
a insoportable agujero
donde caen, insalvables,
mis jubilosas ganas.
Cómo perdemos todo,
cuánta pérdida inútil
hasta encontrar la muerte.
Aprendiendo inútilmente
a recobrar la nada.
Pero es en esa pérdida
de límites y nombres,
de ecos y de origen,
de rasgos y miradas,
mientras nos queda vida
donde encontrarnos
alguna punta al hilo
para empezar de nuevo.
Y entonces aprender
que es posible
que me quieran...
sin nombrarme.
Que quien me está acariciando
me crea nuevos rasgos,
que cada amanecer es un origen
y que sentir, aunque duela,
es un gran paso.
Y que una disculpa alcanza,
si se la elige a tiempo,
para empezar de nuevo
antes de que sea tarde.

MARÍA DELIA MATUTE
(1984)

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