Argentina, ................................................., 1978.
Aquí, la Patria bien.
Ya saben...
La han pintado con leche envenenada,
pero nadie lo nota.
La han regado con sangre derramada,
pero, tan generosa,
la ha absorbido en silencio.
Le abrieron grandes fosas,
y aparentando bocas conmovidas
se ha tragado los hijos
y las madres.
La han herido de muerte
pero agoniza intacta.
¿Qué más contarles?
El pueblo, bien.
Ya saben...
Atacado, en principio, del oído
fue perdiendo la voz,
pero trabaja.
Y se lo ve satisfecho
con el hambre.
Aún tiene raptos de gesto enrdecido,
...los ahoga en las canchas,
y el que no lo consigue
es simplemente enmudecido
para siempre.
El riesgo de pensar
ha sido controlado
felizmente.
Se come pan,
y buena carne,
se siembra, se cosecha
y nos devoran.
¿Qué más puedo contarles?
De los que ya no están
aún no hay noticias...
Y entre los que quedamos
ni se habla,
por no alterar el ritmo
que, según nos declaran,
es «derecho y humano».
Eso sí,
de los que nunca faltan
aún quedan bastantes.
¿Pretensiones?
¿Quién sabe?...
A relucientes botas
oponen pies descalzos,
a fusiles cargados
sólo pañuelos blancos...
¿Qué más puedo contar?
Van los rumores:
Que la cizaña nunca ha dado frutos
y más tarde o temprano hay que cegarla,
que hay tumbas que sólo son trincheras
desde donde la muerte dignifica la vida,
que cada hueso mutará en semilla,
que por cada mano habrá una espada
y tocarán a una por cabeza
hundiéndose en traidores y tiranos.
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