"Hermana: Necesité un espacio -de tiempo, de relectura,
de reflexión, de búsqueda de un tono- antes de comentar tu escrito.
Recordé nuestra conversación telefónica y escarbé confundida
las posibles razones por las que no advertí tu autoría en un título de tanto
peso. ¿Huida intuitiva?... para no enfrentar la multiplicidad de
significaciones que, desde el texto, sostienen ese título. Significaciones
contenidas, desplegadas con transparencia sagrada en el texto y significaciones
provocadas desde y por el texto en mi espíritu…, alguna inaudita, porque jamás
me concentro en la idea, trágica hasta la locura, que considere la muerte de
los que amo. Me resisto.
Te diré que siempre has tenido vocación por la belleza; una
auténtica artista que se reafirma en el escrito, porque lográs iluminar la
vida, recalco: la vida, con palabras, aunque te expreses sobre su negación.
Mi concepción es que no morimos para nosotros mismos;
morimos para los otros. Y ni siquiera para todos los demás: morimos para
aquellos que nos han conocido; para quienes, de una u otra forma, han convivido
con nosotros. Coincidimos, por lo tanto, hermana querida, en lo que expresás
sobre el recuerdo. Cada vez que volvemos a pasar por el corazón de esos otros,
revivimos.
En cuanto a que, muertos, seamos nada, no coincido. Una vez
que ha sucedido el milagro de ser concebidos y nacemos, ni nos vamos del
planeta ni llegamos a ser nada. Ceniza o química natural hasta llegar a
calavera o polvo, somos un algo. Sedimento, tal vez, alimentador de savias
subterráneas. Ser para siempre parte de este bello planeta es un consuelo
absoluto. Llegar a ser alguna vez nutriente de un trigal o de una mata de
alelíes, una alegría presente como para cantar la vida y la muerte, también.
Gracias por compartir tus reflexiones que, a la vez, estimulan las mías.
Te amo mucho. Delia "-----------------------------------------------------------------------------
Palabras compartidas por Patricio López Tobares, compañero de Delia en un Seminario de Dramaturgia, en las que Delia le escribió sobre la muerte de su abuela:
Delia fue muy buena conmigo siempre. Era quien me cuidaba en
el seminario. Para homenajearla encontré lo que ella me escribió el día que
murió mi abuela, la pinta en alma:
"Mi querido Pato, son las 2:19 de la
madrugada del viernes y recién tengo tiempo de mirar mis correos y me entero de
tu dolor. También tuve una abuela muy amada, muy compinche, a la que admiré y
aún extraño aunque hace treinta años que murió.
Me conmueve y, de verdad, me honra que compartas conmigo lo
que estás viviendo, considero un privilegio que me aceptes como para compartir
tus íntimos sentimientos en este momento.
Mi concepción acerca de la muerte, resumida al mango y mal
expresada, me lleva a considerar que es un paso más en el camino que iniciamos
al tener la enorme alegría, el milagro, de acceder a la vida. Pudimos, pudo tu
querida Iole (qué bello nombre), perderse en el desencuentro en que tantos
óvulos y espermas se pierden, pero no... fue milagro y participó del milagro
que sos. Cuando venimos aquí ya nunca nos vamos; algunos creen en una cosa,
otros en algo diferente; a mí me alegra pensar que nunca más dejamos de girar
en el bello planeta.
Iole está entre nosotros, para siempre. Y desde tu corazón, a pesar de
tu dolor, ella sonríe, serena. Te voy conociendo, Pato, aprendo a quererte. Un
abrazo. Delia"
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