«Dichosos los países que no necesitan héroes»
Galileo Galilei - Bertod Brecht
Madres, que experimentaron el hierro con la piel
y con la piel el fuego y el desgarro,
y han mordido los frutos de la hiel,
un pan de piedra, sangre y barro.
Madres que llevan adelante combatida vida
y en vida de combate van hacia adelante,
conmovidas entrañas para siempre heridas,
incansable sabuesos del perdido diamante.
Madres, que se han quedado amontonando ecos
y apretando al regazo una desolación de alientos,
esclavas de un aroma que sube desde el hueco,
y desde el hueco llama con ímpetus violentos.
Madres, cada día más madres necesarias,
si pudiera borrarles el cuchillo,
volver atrás las noches y los días,
hacer el tiempo ingrávido y sencillo.
Si pudiera volverlas simplemente
a las serenas horas de rezongo y cocina,
a aquellas horas pasadas mansamente
con olores de plancha y lavandina.
Hacer el tiempo atrás y detenerlo,
apartar la traición y la indecencia,
dar de mi sangre al hijo y devolverlo,
vencer todo el olvido, toda ausencia.
Devolverlas al anónimo oficio,
a la mesa con todos,
al domingo sin faltas.
Si a voluntad pudiera
borrar tanto verdugo
y todo lo que han hecho.
Volver la carne al hueso,
la sangre a las arterias,
el corazón al pecho.
Si la voluntad pudiera
lograr este imposible afán,
librarme de este celo,
por sólo este motivo,
entregaría mi vida
con gozo y embelezo.
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