Es posible falsear al verdad.
Hasta esa virtud tiene
la virtuosa.
Lo extraño es que aceptemos
lo falso como cierto,
lo malo como bueno,
torcido por derecho,
incoloro por cielo.
Da lo mismo.
Total…
La vida nos contiene.
Pero eso tampoco es cierto.
La vida vale tanto
cuanto llevamos dentro.
Y cuando nos mostramos
personeros del fango,
sólo por mantenernos,
no somos más que fango.
Fango es lo verdadero.
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