viernes, 24 de agosto de 2012

Palabras preliminares


Palabras de la «editora»...

Supe conscientemente que María Delia escribía, unos pocos años antes de que terminara la dictadura militar. Yo era una adolescente llena de confusiones y ella ya era una mujer marcada por heridas. Fue una etapa en que la vi escribir desaforadamente, como si fuera una catarsis terapéutica.
Cada tanto le surgía algún poema que hablaba de la infancia, de la adolescencia o de algún buen recuerdo... pero en general eran textos dolorosos, que retrataban un tiempo de horror, del que ella, sin dudas, sentía que sólo se había salvado de la muerte.
No sé si yo entendía la medida exacta de su dolor (seguramente no) pero recuerdo algo de la tristeza que me producía leer alguno de aquellos poemas; y también recuerdo, con exacta precisión, la admiración que sentía por esa hermana mía que jugaba con las palabras con tanto vuelo y tanto talento.
Cuando quise empezar a ser actriz, muchas veces me deleitaba entrenar con esos poemas en mis clases de teatro. Siempre me conmovían enormemente, siempre me despertaban una nueva emoción y miles de imágenes.
Hacía años que no los leía. Y cuando decidí transcribirlos para «regalárselos» en una «edición casera» (a modo de regalo de cumpleaños y hondo homenaje), releerlos me inauguró nuevas sensaciones, nuevas imágenes y nuevas emociones.
Elegí dos trabajos que bien podrían formar parte de dos libros distintos en la elección convencional de una editorial. Pero para mí estos dos trabajos marcan toda una época; de Delia y mía.
Transcribiéndolos he vuelto a disfrutar, a sufrir, a pasar por el corazón muchos recuerdos atesorados; y he vuelto a sentir aquella admiración, intacta y renovada.
Algunos son hoy mucho más dolorosos que ayer, porque las cosas han sido como han sido y están como están. Pero decidí incluirlos igual porque me parece que son partes de un tiempo que merece no ser olvidado.
Espero que ella reciba con alegría mi intención.
Stella Matute
(su hermana)
Junio, 2009

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