Te inundaba toda el alma
te abrazaba todo el fuego
no te calmaba tnta agua
y te dolía tanto acero.
Te encallaba tanta arena,
te agitaba tanta piedra,
tanto barro, tanto encierro.
Tantas bocas, tantos dedos,
tantos gritos, tantos pechos
azotados,
tantos pudores maltrechos.
Te calmaban libertades,
encuentros,
justicias, abrazos, heridas cerradas
amigos, poemas y cuentos.
Te llenabas de sol
al tiempo que una estrella
anidaba tu pecho, en un mitín,
estallido o huelga,
estabas allí, peleando con ellos.
Te adivino en un astro safiro, ostra,
canto de piedra, junco, camino, rama,
luna o cerezo.
Viajando en partículas cenicientas
con el viento libre
y posándote en estos y en aqeullos,
contagiando tu sed, tus panes,
tus luchas, tu abrazo fraterno.
Te imagino tan hincada,
tan piedad, tan dulzura
por los que sufren el deterioro
de sus huesos lacerados,
humedeciendo sus frentes marchitas,
plantando retoño de flores
en los orificios que dejó el tiempo.
Entonces estarás siempre presente
cuando llegue la era
de los gritos libertarios,
de los cielos perfumados,
los abrazos, los lirios y los besos.
Buenos Aires, 14 de febrero de 2013
Miguel Polizzi.
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