martes, 12 de febrero de 2013

6 meses. Medio año. Ya.

Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
 que por doler me duele hasta el aliento. 
Miguel Hernández 

“¿Estás un poquito mejor?” ... me preguntan con marcada buena intención, como si eso fuera posible.
Y yo sonrío, pongo mi mejor mirada social, cuelgo mi sonrisa en el perchero de lo correcto y apretando el “on” de las respuestas automáticas, contesto un: “Sí, sí... estoy como voy pudiendo”.
 Mientras, “¿Por qué tendría que estar mejor?”, pienso…, “¿porque pasaron seis meses?”, concluyo...
¿Será ese el parámetro de tiempo que se considera el necesario para empezar a mejorar? Pues no es el mío. Sino más bien todo lo contrario.
“Estoy seis meses peor” me digo, intentando evadir el alarido.
La tristeza tiene mala prensa. Entonces, es mejor sonreír y permitir que piensen que “estar como voy pudiendo” es estar un poquito mejor. Cuando lo íntima e infinitamente cierto es que cada día estoy un poco más triste, algo más desesperada, bastante más angustiada, y enloquecidamente más cerca de lo insensato. Con muchas más ganas de verla, de escucharla, de abrazarla, de "desenterrar su noble calavera", como canta el poeta.
A medida que pasa el tiempo entiendo menos, acepto menos, y me resigno cero. Ahogo en la almohada un inútil gemido primal que machaca por qué por qué por qué...
Y vuelvo a mirar las fotos, a revisar agendas, a leer notitas, poemas, cuentos, a desempolvar videos, a repasar conversaciones, a buscar recuerdos en los rincones imposibles con desesperado propósito de recuperarla...
Un ratito, por favor, un ratito.
La convoco en sueños y la veo del otro lado del horizonte; cuando está por decirme algo pasa un avión y no me deja escucharla; cuando la alcanzo en una calle no es ella; cuando estoy por abrazarla me despierto...
Seis meses, medio año, toda una vida sin Delia. Esta vida de seis meses y toda la que vendrá... Seis meses, medio año. No. No estoy un poquito mejor. Estoy seis enajenados meses peor.


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