“Mi vida se hace al
contarla
y mi memoria se fija
con la escritura;
lo que no pongo en
palabras sobre papel,
lo borra el tiempo”.
Isabel Allende
Delia fue, esencialmente, una mujer buena. Buena hija, buena
hermana, buena compañera, buena vecina, buena madre, buena amiga, buena tía,
buena nuera, buena cuñada, buena suegra, buena abuela... Buena y mucho, ya lo
dije antes... Todo mucho. Un ejemplo para mí, en este mundo huérfano de
valores.
Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un
dolor que no tiene tiempo de vencimiento.
Ejemplo de hermana, ejemplo de madre, ejemplo de luchadora. Soy lo que soy, sobre todo en las virtudes, porque Delia me acompañó durante más de medio siglo... Sin dudas el amor más extenso de toda mi vida... Delia tenía una gran capacidad para transformar mis miedos en esperanzas, mis demonios en amigos, mis defectos en virtudes. Ella a todo le encontraba ideología y la aplicaba a mis venenos y me los devolvía en remedios. Nadie más ha tenido esa hercúlea particularidad en mi vida... Dadivosa, derrochadora de amores y de gestos amorosos, siempre encontraba la palabra exacta que se convertía en mi voz.
Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.
Me aterra haber perdido el último eslabón que me unía con mi infancia. La constructora, y portavoz, del relato más objetivo y más subjetivo, al mismo tiempo, de mi historia. Me aterra esa soledad “de antes” en la que me ha dejado...
Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.
¿Alguien sentirá por mí cuando yo muera esta inacabable sensación de andar a la deriva, esta tristeza que no cesa? ¿Quién sino ella podría entender esta aflicción? ... Este vivir con media alma... A la vez me consuela saber que no padecerá ella esta locura de lágrimas...
Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.
La calesita de la esquina de mi niñez, su sortija, mis zapatos guillermina tan difíciles de abotonar para mis torpes dedos, mis terrores nocturnos y su mano por debajo de la almohada, mi portafolio de primer grado, los cuadernos forrados de azul araña, la ancha escalera de la Normal Mixta, mi “hacerme señorita”, la estación de micros pueblerina, las llegadas a Retiro a visitarla, los primeros dolores amorosos, las más íntimas confidencias, las primeras pérdidas esenciales, mis primeros pasos militantes, mis primeros duelos, mi maternidad, mis miedos... Todo está atravesado por la presencia de Delia y hoy desamparado por su inexplicable ausencia.
Un año... 12meses365días8760horas525600minutos31536000segundos...
Segundos, minutos, horas, días, meses... toda la edad de un dolor que no tiene tiempo de vencimiento.
Tengo la certeza de que el resto de mi existencia estará sostenida por esta pena infinita y por el temor a que se sumen otras penas y no tener a Delia para contenerme.